En 2007 se nombraron a las siete nuevas maravillas del mundo moderno, donde uno de los ganadores fue el Cristo Redentor de Río de Janeiro, uno de los mayores monumentos de la antigua capital de Brasil y que atraía a millones de turistas antes de iniciar la pandemia de covid-19.
Aunque no es el único Cristo Redentor que existe en el continente, es el más grande y el más visitado, al encontrarse en la punta del cerro Corcovado, una de las montañas más emblemáticas de la urbe carioca, que puede vislumbrar la vista de los edificios blancos y las aguas del Atlántico.
¿Para que fue construido? ¿Por qué fue en el Concorvado? ¿Qué representa la figura de Cristo en la cima de un cerro? Esta es la historia de uno de los monumentos más emblemáticos no sólo de Río de Janeiro, sino de la cultura colectiva de Brasil.
Un cerro conocido por sus aguas... y su dificultad para subir
Los portugueses describieron la zona en 1502, durante las exploraciones de Américo Vespucio para establecer la América Portuguesa, donde llegaron a las costas de la Bahía de Guanabara —la zona que hoy comprende la gran urbe de Río de Janeiro—, junto al capitán Gaspar de Lemos —a quien se le da el título de descubridor— aunque regresaría un después para establecer el puesto comercial de Cabo Frío, a más de 120 kilómetros de la actual ciudad carioca.
Pero la disputa de la zona ya estaba álgida en 1519 cuando el navegante Fernando de Magallanes había llegado a la zona cuando los franceses ya habían intentado colonizarla, siendo un punto de contrabando, pero la hostilidad de los indígenas tamoios, que habitaban en la zona.
El intento de la colonización francesa llegaría hasta 1555, cuando el vicealmirante Nicolás Durand de Villegagnon, buscó establecer Fort Coligny, y con ello el intento de la Francia Atlántica, esto tras llegar a un acuerdo con los tamoios.
La localidad tenía problemas internos, y en 1560 los portugueses comandador por el administrador colonial, Mem de Sá, expulsan a los franceses de la zona —que hoy es la isla Villegagnon y ocupada por la Escuela Naval de la Marina de Brasil—logran tomar el control tras décadas de conflictos con los indígenas locales.
Su sobrino, Estácio de Sá, desembarcaría en la Playa de Fora —al lado del Pan de Azúcar— para fundar en 1656 la ciudad de São Sebastião do Rio de Janeiro (San Sebastián de Río de Enero), en homenaje al rey Sebastián I de Portugal.
¿Por qué se llama "Río" si es una bahía?
La bahía de Guanabara fue mapeada por navegantes portugueses con la toponimia "Río de Janeiro", aunque estaba incorrecta ya que creían en ese entonces que se trataba de una desembocadura de un gran río y en la época no había una distinción clara entre ríos y bahías, mismo que generó el posterior nombre de la ciudad carioca.En cambio, "Janeiro" es como el idioma portugués nombra el mes de enero; al ser descubierta el 1 de enero de 1502, el nombre de la ciudad deriva plenamente del hallazgo de los navegantes portugueses.
Aunque la ciudad estaba en una bahía, sí había un río en la zona: el Carioca —que le da el gentilicio popular a los nacidos en Río de Janeiro— y actualmente corre a las faldas del cerro Corcovado (Jorobado) desemboca en la playa de Flamengo.
Ahí se establecería la pequeña localidad de Águas Férreas en 1567, esto después de que se donaran las tierras a familiares de Cristóvão Monteiro—noble de la Casa Real portuguesa y uno de los fundadores de Río de Janeiro—, donde abrieron jardines, construyeron casas y un molino de viento para procesar los cereales cosechados.
La importancia del río Carioca sería tal que en el siglo XVII sería la principal fuente de agua de Río de Janeiro, donde los esclavos africanos serían quienes bajarían las aguas más claras de las zonas más altas. En la zona tendría hogar del comerciante Cosme Velho Pereira, que en 1727 habitaba en Águas Férreas y que tras morir, se dividieron los terrenos de su finca para algunos nombres de la realeza portuguesa
El Corcovado, relacionado a un pasaje bíblico
El primer nombre dado al Corcovado fue por los portugueses tras la llegada de Américo Vespucio a la zona, que lo llamó originalmente "Pináculo de la Tentación", en alusión al pasaje bíblico de la "Tentación Final de Cristo", donde el diablo llevó a Jesús a un lugar "muy alto" que el apóstol Mateo (evangelista) identifica explícitamente como un "monte muy alto", desde el cual se podían ver "todos los reinos del mundo" y el diablo ofrecía riquezas a Cristo, esto ubicado en Mateo 4:1-11, Marcos 1:12,13 y Lucas 4:1-13.Pero conforme a los siglos,el cerro recibió el nombre de "Corcovado" debido a la forma curva del cerro, que se asemeja a una joroba.
La zona también se empezaría a habitar de quilombos —comunidades de esclavos africanos que huyeron de la esclavitud—, debido a los nutridos bosques de la zona, que cobrara tal relevancia que derivó incluso en la construcción del principal acueducto colonial: los Arcos da Lapa en 1723, que trasladaba las aguas al centro de Río de Janeiro.
En 1858 ya existía la idea de construir una estatua en la cima del cerro del Corcovado, cuando el padre Pedro María Boss sugirió colocar un monumento cristiano en la punta del monte para honrar a la princesa Isabel, regente de Brasil e hija del emperador Pedro II, que tendría de nombre "La Redentora".
Pero la explotación de la zona, donde se aprovechaba la madera y había plantaciones de caña de azúcar y café, provocó que a mediados del siglo XIX la ciudad comenzó a sufrir por falta de agua potable, aún después de la independencia, consumada en 1822. Además, la zona ya empezaba a asediarse de quilombos, que fueron expulsados en 1829.
Pedro II ordenó en 1861 controlar la zona de Águas Férreas y decretó la reforestación del cerro del Corcovado —que ya era una atracción por excursionistas que se aventuraban para llegar a la espectacular vista en la cima—, trabajo que llevó seis años con la plantación de más de 100 mil árboles, principalmente de especies nativas de la Mata Atlántica, del ecosistema nativo de las zonas altas de Brasil.
Dos décadas más tarde, en 1882, el mismo monarca ordenaría la construcción del Ferrocarril del Corcovado, que sería inaugurado dos años después y sería considerado una proeza de la ingeniería en la época, ya que podía subir los casi 710 metros de altura a lo largo de 3.8 kilómetros. Era de los primeros "trenes cremallera" que existían en el mundo.
Pero la idea de colocar una estatua en la punta del Corcovado se fue desvaneciendo a raíz de la firma de la Ley Aurea —que prohibía la esclavitud en Brasil—, a la muerte de Pedro II y la instauración de la República en 1889 —que comprendería la separación de la Iglesia y el Estado—, que quedaría en ese momento descartada.
En el lugar ya existía un sombrerero que fungiría como mirador, al cual ya se podía llegar a través del Tren del Corcovado. Sería hasta entrado al siglo XX que se retornaría nuevamente el proyecto de construir una estatua en la punta del monte.
Un monumento para los católicos que terminó siendo una atracción turística
La segunda propuesta de una estatua en la cima de la montaña fue realizada en 1920 por el Círculo Católico de Río de Janeiro. El grupo organizó un evento llamado "Semana del Monumento" para atraer donaciones y recolectar firmas para apoyar la construcción de la estatua.
Las donaciones provinieron principalmente de católicos brasileños, que tenían la intención de crear el monumento con el fin de impulsar la fe debido a que percibían una "falta de Dios" en la sociedad.
El proyecto tenía tres propuestas: una cruz gigante, a Cristo con un globo terráqueo en sus manos con un pedestal que simbolizaba el mundo, y el tercero, a un Cristo teniendo las manos extendidas, que simbolizaba la paz. El último fue el ganador, obra del artista Carlos Oswald y el ingeniero Heitor da Silva Costa—ambos brasileños—, y esculpida por Paul Landowski, un escultor franco-polaco.
Las obras comenzarían el 23 de marzo de 1923, pero no estaría exenta de polémica. Los seguidores de la Iglesia Bautista de Brasil se negaban a la construcción de la obra, ya que consideraban que era un "testimonio elocuente de la idolatría de la Iglesia de Roma" y sugirió que el dinero recaudado para la construcción se utilice en obras de beneficencia.
Ya existía el teleférico del Pan de Azúcar
El teleférico del Pan de Azúcar se inauguró en 1912, siendo el tercero en ser construido a nivel mundial y el primero en América; sólo España (teleférico del Monte Ulía) y Suiza (teleférico de Wetterhorn) lo habían construido en 1907 y 1908 respectivamente.
Los ingenieros y técnicos estudiaron los materiales de la obra diseñada por Landowski, decidiendo que la escultura sería de hormigón armado por el ingeniero francés Albert Caquot —que había diseñado puentes en Francia y Reino Unido— para facilitar el diseño de una cruz, cuyas capas exteriores serían de esteatita —conocido popularmente como "rocas de jabón"— por su facilidad de uso y cualidades duraderas.
El tren del Corcovado fue plenamente usado para el transporte de materiales a la cima del monte. La cabeza fue diseñada por el escultor rumano Gheorghe Leonida, cuyo trabajo le daría fama como artista. La obra tuvo una duración de 8 años y costó en su momento 250 mil dólares (actualmente, unos 3.6 millones de dólares).
La inauguración del Cristo Redentor fue el 12 de octubre de 1931. Tuvo su misa ese mismo día en el Estadio das Laranjeiras —el estadio original del Club Fluminense de futbol— e intentó ser iluminada por una batería de focos activados de forma remota por el pionero de la radio de onda corta Guglielmo Marconi, que se encontraba a 9 mil 200 kilómetros de distancia en Roma, Italia. Pero el mal clima hizo que se encendiera de forma local.
Tres décadas más tarde —ya con el traslado de la capital de Brasil de Río de Janeiro a Brasilia— las autoridades decretaron en 1961 establecer la zona donde se encuentra el Cristo Redentor y el Cerro del Corcovado en un área protegida: el Parque Nacional de Tijuca, con una extensión de 3 mil 200 hectáreas (39.6 kilómetros cuadrados).
Durante la década de los 2000, el Cristo Redentor estuvo bajo un proceso de restauración, debido a los daños que presentaba la escultura —erosión, partituras por factores ambientales, vandalismo en algunas secciones—, donde se tuvo que sustituir tanto la piedra que la cubre como el hormigón que la sostiene.
Aunque se renovaron los vagones del Tren del Corcovado, y el Cristo Redentor se hizo una gran atracción turística impulsada por la imagen turística de Brasil, la última gran "expansión" se daría hasta el 2006, cuando en el 75 aniversario se consagraría una capilla, la de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, donde se celebrarían misas y bodas a las faldas del monumento.
En 2007 fue nombrada, a través de una votación mundial, como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, una elección realizada por la empresa privada New Open World Corporation, siendo una de las obras arquitectónicas más votadas. Sin embargo, la encuesta no tuvo reconocimiento de la Unesco, que la criticó por no basarse por criterios históricos.
En los últimos años se ha mantenido como uno de los monumentos más importantes del mundo, mismo que fue utilizado para promocionar el Mundial de la FIFA en 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.
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