A partir de mañana, el presidente electo de Colombia, Iván Duque, tendrá como principal reto mantener a flote en un mar de dificultades el “barco de la paz”, como definió su antecesor, Juan Manuel Santos, su principal obra de gobierno.
El pacto firmado en noviembre de 2016 con la guerrilla de las FARC para poner fin a medio siglo de conflicto armado interno es el mayor legado del gobierno de Santos. Pero su aplicación es muy compleja con un creciente número de disidentes, el asesinato de ex guerrilleros y diferencias internas en esa organización convertida en partido político.
El Centro Democrático, partido de Duque, lideró la campaña que rechazó en un plebiscito el primer acuerdo con las FARC y el presidente electo ha subrayado su intención de hacer “correcciones” al acuerdo definitivo. Según Duque, “aquí no se trata de hacer ‘trizas’ los acuerdos, sino de corregir aquellas cosas que van mal como el crecimiento exponencial de los cultivos ilícitos” que el año pasado alcanzaron las 209 mil hectáreas.
Santos y las Naciones Unidas, que jugó un papel esencial en la aplicación del acuerdo, han instado a Duque a preservar la paz. Será difícil también mantener unas relaciones aceptables con la vecina Venezuela, en especial tras el atentado del sábado contra Nicolás Maduro, que responsabilizó del mismo a su par colombiano saliente. Duque prometió en su programa denunciar a Venezuela ante la ONU por albergar a grupos armados ilegales en su territorio, entre ellos el ELN.
(Carlos Millet/México)