Había caras largas en los días previos. La misma tensión disimulada con la caribeña sonrisa y que, a la primera pregunta de “¿Cómo se sienten?”, respondían que preocupados. ¿Por qué? “Por lo que pueda pasar”.
La narrativa desde el exterior inflada en el mundo 2.0 hacía vaticinar un escenario de conflicto seguro. Había quienes hablaban de “otro Puente Llaguno”, en relación a la masacre del 11 de abril de 2002, la del golpe de Estado contra el comandante Hugo Chávez. Y los voceros internacionales, los que aprietan a Venezuela con sanciones económicas y financieras, oxigenaban la tensión, como hizo Donald Trump al aconsejar a la población de su país a no venir a la república bolivariana “hasta nuevo aviso”.
Pero resultó que el conflicto seguro no llegó. Y poco después de mediodía, centenares de personas en sitios muy específicos de Caracas salieron a mostrar su apoyo al autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó.
En las redes, como suele ocurrir en este país de medias verdades, la manifestación se magnificó: “Venezuela protesta contra Maduro”, decían medios digitales dando a entender que todo el país salió a protestar... Y no fue así.
El metro no dejó de funcionar, hubo solo unas cuantas avenidas cerradas y los enfrentamientos con los militares no llegaron. La mayoría de la prensa internacional se concentró una vez más en la plaza Francia de Altamira (zona de clase media y media alta, epicentro de protestas opositoras) para ver si podría llegar la imagen de portada segura con policías y militares “del régimen” lanzando bombas lacrimógenas contra manifestantes... Y no llegó.
Quien sí estuvo fue una señora de casco rojo protestando por los caídos y asesinados y por la baja en su calidad de vida.
“Hacemos cola y se mueren los viejitos haciendo fila para la pensión. Se mueren en la cola. No lo quiero, no lo quiero: 30 millones de venezolanos no lo queremos”.
–¿Qué piensa del bloqueo económico contra Venezuela?
–Me parece bueno porque así no siguen robando los del gobierno, ni Maduro, ni sus secuaces.
En buena parte del oeste caraqueño no había protestas ni nada. Solo la vigilia montada afuera del Palacio de Miraflores para respaldar a la revolución. Ahí llegó Violeta Yanez.
“Estamos viviendo una coyuntura política donde han querido ver que Maduro es usurpador y no: es el presidente que elegimos el 20 de mayo de 2018”, dice.
En el país de los rumores se habla de que reclutan niños y adolescentes para defender la patria pero, si se pregunta, nadie sabe nada. Fue un “me dijo el amigo del amigo del amigo”.
También se ha hablado de que en diez días, debido al bloqueo de los activos de Venezuela en el exterior, tampoco habrá gasolina. Hubo filas en estaciones de Chacao. Igualito que en México.
Viene la convocatoria para la movilización opositora el próximo sábado, el mismo día en que el chavismo festejará 20 años de revolución. Medición de fuerzas, muestra de músculos... Y la intervención en el aire, como advierte Violeta.
“No está descartada pero sería ruda porque aquí, las balas no tienen nombre. Pagaría el que está con el proceso y el que no y si me toca agarrar un fusil por Venezuela, lo hago”.
El estallido que nunca fue
La aldea / Venezuela
La prensa internacional espera, impaciente, la nota. Pero Caracas sigue su ritmo, el de siempre: el de la tensión que se alimenta de rumores y medias verdades sobre una supuesta colisión final, que no termina de llegar.
Caracas / Enviada especial /
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