Este 1 de enero el ultraderechista Jair Bolsonaro tomó posesión oficialmente como el trigésimo octavo presidente de Brasil, el quinto elegido de manera directa desde el regreso de la democracia.
En su primera intervención, prometió escapar de la sumisión ideológica, combatir la ideología de género, realizar reformas estructurales para mejorar el estado de las cuentas públicas, y, sobre todo, prometió reconstruir el país. “Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos”, fueron las palabras finales de su discurso.
Pero ni Bolsonaro ni su gabinete cívico-militar son los teóricos que han sabido utilizar el odio contra las minorías sexuales, pueblos nativos, movimientos de izquierda como arma en la contienda política para posibilitar su triunf azuzando la xenofobia, el racismo y el uso indiscriminado de armas en manos de la población civil.
Según un reciente artículo publicado en la revista Nueva Sociedad, el ideólogo de Bolsonaro se llama Olavo de Carvalho, vive en el estado de Virginia, Estados Unidos, y es un cruzado obsesivo contra el globalismo y el marxismo cultural, promueve una revolución conservadora de amplias dimensiones para “salvar a Occidente” mediante una alianza con la derecha estadunidense y la israelí.
Para este “profeta del odio”, la democracia brasileña es totalmente falsa: democracia es la de EU, que tiene un partido conservador y un partido progresista, afirma. En Brasil, decide la minoría progresista con una total exclusión de la mayoría, es una “farsa grotesca”. Ahora, con Bolsonaro, se inaugura la verdadera democracia, señala.
Carvalho se dedicó durante años a la astrología y creó la Escola Júpiter. Fue parte de una secta –o comunidad– sufí, una variante esotérica del islam vinculada al suizo Frithjof Schuon.
En 2005, tras la victoria del Partido de los Trabajadores (PT), salió de Brasil y se muda a Richmond, Virginia.
“Yo fui el partero de la nueva derecha” se ufana al ser interrogado sobre las causas de la transformación de la vieja derecha brasileña. Según Carvalho, fueron sus libros los que animaron a otros conservadores a salir del “armario”, pero aún falta, según él, representación institucional de la derecha: diarios, universidades y partidos que defiendan el liberalismo económico y los valores conservadores tradicionales.
Entre los objetivos de Carvalho está el combate al movimiento gay, hoy un vector del “globalismo”, término propio de esta derecha, junto con una lucha más amplia contra la “ideología de género”.
Para él, luchar contra la homosexualidad en sí, o decir que es “antinatural”, no tiene ningún sentido. De lo que se trata, y eso sí es posible, es de “derrotar al movimiento gay” y sus intentos de ampliar su campo de batalla desde lo puramente sexual hasta la construcción de identidades sociales.
El ideólogo detrás de Bolsonaro
LA ALDEA
“Yo fui el partero de la nueva derecha” se ufana Olavo de Carvalho, al ser interrogado sobre las causas de la transformación de la vieja derecha brasileña.
Buenos Aires /
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