La Navidad no era solo una época de alegría para Gino Esposito, era un trabajo. Con una cintura gruesa y una larga barba gris, es un Santa Claus profesional que se disfraza para escuchar los deseos navideños de los niños en los centros comerciales de Río de Janeiro.
Pero este año, el coronavirus, y las restricciones sociales que conlleva, ha diezmado la demanda. El traje de Esposito está colgado y sin uso.
"Es triste", dijo Esposito en el quiosco que dirige, decorado con fotografías de orgullosas apariciones navideñas. "No puedo ser Santa Claus. La epidemia está ahí y uno se siente fuera de lugar. Te acostumbras al hábito todos los años".
El covid-19 ha matado a más de 170 mil personas en Brasil, la segunda cifra de muertos más alta del mundo solo detrás de Estados Unidos. Después de una breve tregua, los casos están aumentando nuevamente en todo el país.
Limachem Cherem, que dirige una escuela de Santa en Río, dijo que la demanda local de la "presencia" de Santa Claus ha caído entre un 60 y un 70 por ciento. Este año solo hay un deseo en boca de todos, según Cherem. "El principal regalo no solo para los niños, sino que creo que para todos cuando vienen a hablar con Santa Claus es la vacuna" contra el covid-19.
dmr