Brasil vivió, por tercer día consecutivo, una nueva jornada de protestas contra el racismo por el homicidio a golpes de Joao Alberto Silveira Freitas, un afrobrasileño, a manos de dos guardias de seguridad de un supermercado Carrefour en Porto Alegre.
El epicentro de esta nueva jornada de manifestaciones fue la región metropolitana de Río de Janeiro, donde decenas de activistas de colectivos antirracistas se movilizaron hasta las sedes de la red francesa de supermercados en la zona norte de la ciudad y en el municipio de Sao Gonçalo, donde el tránsito fue interrumpido.
Las dos protestas, con personas portando carteles con mensajes contra la discriminación racial, como el ya mundialmente conocido "Las Vidas negras importan", se realizaron de manera pacífica y estuvieron acompañadas por contingentes de la Policía Militarizada y del Batallón Especial de Control a Multitud.
El brutal asesinato frente a su esposa y otros clientes del soldador Joao Alberto Silveira Freitas, de 40 años y conocido como "Beto", evocó otras asociadas al racismo, como la del estadunidense George Floyd a manos de dos policías blancos en mayo y que dio la vuelta al mundo.
En Brasil, recordó a dos sucesos acaecidos en Río de Janeiro recientemente: el de Joao Pedro, un adolescente de 14 años asesinado también en mayo durante una intervención de la Policía justamente en Sao Gonçalo, y el del músico Evaldo Santos, en un operativo del Ejército en 2019.
El sábado, el presidente de Jair Bolsonaro criticó a los movimientos antirracistas, a quienes acusó durante su discurso en la cumbre virtual del G20 de tratar de importar a Brasil "tensiones que no forman parte de su historia".
Las autoridades de Porto Alegre detuvieron a los dos guardias de seguridad que golpearon hasta la muerte al cliente, quien supuestamente había tenido una discusión con una cajera por abrir una cerveza y fue retirado hasta el portón, donde se presentó la brutal agresión después de él intentar darles un puñetazo.
La jefa policial Roberta Bertoldo, responsable de las investigaciones, declaró que la agresión no fue un acto de racismo y que los responsables deberán responder ante la Justicia por el cargo de homicidio, cometido "probablemente por asfixia".
Uno de los guardias implicado era policial militarizado de la parte administrativa, según fuentes policiales, por lo que, supuestamente, no podría trabajar para empresas privadas de seguridad.
Este domingo algunos medios publicaron detalles de la vida del soldador, padre de cuatro hijos e hijo de un pastor evangélico. Beto tenía un pasado con varios antecedentes criminales, como porte ilegal de armas, robo y violencia doméstica, motivo por el cual estuvo detenido durante seis meses.
La ficha del soldador circuló también en las redes sociales, principalmente en grupos de extremistas de derecha y de negacionistas del racismo, que intentan minimizar la violencia cometida por los dos guardas de seguridad y justificar, en parte, la reacción de los mismos.
dmr