El primer paso fue la denuncia en la Universidad Central de Venezuela, la cual desató indignación general entre el estudiantado que lo escuchaba después del mediodía en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales del campus.
“La FAES (Fuerza de Acciones Especiales) está afuera de mi casa”, dijo el autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, mientras presentaba el Plan País.
El segundo paso, como era de esperarse, era trasladar la denuncia a Twitter para llegar a otras latitudes que, de inmediato, condenaron al gobierno venezolano, al que acusaron de intentar amedrentar al ingeniero.
“El FAES está en mi domicilio, en mi casa familiar. Hago responsable al ciudadano Nicolás Maduro por la integridad de mi hija que ahí se encuentra”, denunciaba el tuit.
El tercer paso fue la llegada de colegas y diputados, en caravana, para salvaguardar a la familia de Guaidó en el edificio Los Parques, de la Urbanización Santa Fe Norte.
Luego, la foto que fue tendencia en redes y acaparó portadas: Guaidó y su esposa, la periodista Fabiana Rosales, miraban aliviados a las cámaras junto a su hija Miranda, de casi dos años de edad.
“No van a amedrentar a esta familia”, advirtió Guaidó
Era poco después de la una de la tarde y la versión de redes (la prensa más poderosa en Venezuela) era que la FAES había entrado o estaba por entrar a la casa de Guaidó. Pero lo extraño estaba justo ahí frente a todos: los supuestos integrantes del cuerpo de seguridad gubernamental ni entraron a la casa ni al edificio y ni siquiera preguntaron por él, ni por su esposa, en la caseta de vigilancia.
De acuerdo con vecinas y trabajadores del lugar, después de mediodía, dos hombres con uniforme de la FAES llegaron a bordo de una motocicleta a buscar a dos jóvenes del edificio Sinaruco en la zona donde vive Guaidó, sector Terrazas de Santa Fe, sureste de Caracas.
Según residentes, fue poco después de la una de la tarde cuando, en el chat del grupo vecinal, se alertó sobre la entrada de FAES a la urbanización.
Sin embargo, los hombres llegaron y buscaron directamente a dos personas sin llegar siquiera a la caseta donde vive Guaidó y ni siquiera preguntaron por él. Pero el impacto ya estaba hecho: decenas de vecinas se sumaron a proteger a Guaidó.
“Él es un ángel de luz que nos va a salvar”, destacó Luviana, vecina de la urbanización.
La mujer ondeaba la bandera de Venezuela cada vez que veía pasar a su presidente por quien no votó más que a mano alzada en la movilizaciones del 23 de enero.
Afuera del edificio de Guaidó lo que había era un pequeño club de fans que se volvió decenas de personas reunidas en la noche, dentro de la cancha deportiva del vecindario, para proteger al diputado.
“¡Valiente, valiente!”, le gritaban mientras se acercaba al lugar.
“Es valiente porque es el único que dice: ‘Yo voy a hacer esto’ y no como los otros, que nos dicen: ‘Ustedes hagan’”, expresó una joven vecina. “Él sí tuvo las bolas para hablarle de tú a Maduro. No le tiene miedo”, resaltó.
Dentro de la cancha, Guaidó delineó un discurso más que de denuncia, de doctrina. “Estamos aquí para ser felices”, destacó.
Y la audiencia (personas blancas en su mayoría, de clase media alta y alta) le aplaudió y videograbó el más mínimo detalle del mensaje del “presidente encargado” y hasta lo transmitieron en vivo en sus redes con las mismas cámaras que no grabaron ni fotos ni videos de la incursión de las FAES.
La amenaza ‘viralizada’ que nunca se concretó
La aldea
“La FAES (Fuerza de Acciones Especiales) está afuera de mi casa”, dijo el autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, mientras presentaba el Plan País.
Caracas / Enviada especial /
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