Desde que tomó las riendas de Brasil el 1 de enero, Jair Bolsonaro sumó a sus promesas de campaña una serie de metas para los primeros 100 días de gobierno.
A continuación una revisión de las principales promesas y metas cumplidas e incumplidas en este periodo, durante el cual el presidente ultraderechista llegó a despachar desde un hospital tras ser sometido a una cirugía.
Diplomacia: fin del eje Sur-Sur
Bolsonaro reservó sus primeras visitas a Estados Unidos, Chile e Israel, como marca de la ruptura con la diplomacia de los gobiernos de izquierda, centrada en el acercamiento Sur-Sur.
En Estados Unidos, cerró con Donald Trump un acuerdo para lanzar cohetes norteamericanos desde la base de Alcántara (norte). Brasil eliminó además la exigencia de visas para estadunidenses, canadienses, japoneses y australianos, sin reciprocidad.
Bolsonaro había prometido trasladar la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, pero terminó instalando una oficina de negocios en la Ciudad Santa, ante las presiones del poderoso lobby agrícola, temeroso de perder mercados en los países árabes.
En Chile, participó en el lanzamiento del Prosur, que pretende reemplazar a Unasur, creada durante el auge de gobiernos de izquierda en Sudamérica. La Venezuela chavista no forma parte del nuevo bloque.
Economía: resistencia a los recortes
Bolsonaro prometió privatizaciones y concesiones, así como recortes presupuestarios para sanear las cuentas públicas. Las primeras licitaciones fueron exitosas, pero el proyecto de reforma de las jubilaciones tiene un despegue difícil.
En marzo se subastaron 12 aeropuertos por 2 mil 377 millones de reales (620 millones de dólares), el doble de la cifra estimada, y se licitó un tramo de la vía férrea Norte-Sur.
La reforma de las jubilaciones causó tensiones entre el gobierno y su base aliada. Los diputados, que temen aprobar medidas impopulares, exigen que Bolsonaro se implique más en la defensa del proyecto. El mandatario, por su lado, atribuyó esas presiones a vicios de la "vieja política" que, según él, busca obtener cargos públicos a cambio de apoyo a proyectos legislativos.
Seguridad: el señor de las armas
La lucha contra la criminalidad y la corrupción fueron dos de las principales banderas de la campaña de Bolsonaro.
El jefe de Estado firmó en enero una ordenanza que facilita la tenencia de armas y espera flexibilizar también el porte, tal como lo prometió a una población acosada por una violencia endémica.
El ministro de Justicia, Sergio Moro, presentó un proyecto de ley para combatir en conjunto la corrupción, el crimen organizado y los delitos violentos. Sin embargo, la denominada ley anticrimen ha sido también un tema polémico entre el Ejecutivo y los parlamentarios.
Educación: desorden y retroceso
La revisión de los manuales escolares, que a ojos de Bolsonaro propagan visiones marxistas y la "ideología de género", fue otro de los caballos de batalla del candidato victorioso.
Pero el ministerio de Educación -al mando de Ricardo Vélez, un colombiano naturalizado brasileño- está casi paralizado debido a luchas intestinas. "Tenemos que resolver el tema de la educación, realmente no están saliendo las cosas allá", dijo Bolsonaro a fines de marzo.
jamj