Una revolución con la izquierda alicaída en Sudamérica

La Aldea / Cuba

La isla caribeña se enfrenta a grandes retos en su economía y en un entorno geopolítico cada vez más hostil al legado de Fidel Castro encabezado por Trump y Bolsonaro.

La población vivió en 2018 la escasez de algunos alimentos como harina y huevos. (AFP)
Agencia AFP
La Habana /

Cuba conmemoró sin pompa los 60 años de su revolución socialista, fuente de inspiración para la izquierda de América Latina, confrontada a dificultades económicas y cada vez más aislada ante el avance de la derecha en la región.

Por azar del calendario, el nuevo aniversario coincidió con la investidura del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, a la que no fueron invitados el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ni el de Venezuela, Nicolás Maduro, a los que el flamante mandatario califica de “dictadores” de izquierda.

Desplegando una bandera verde-amarilla durante su ceremonia de investidura, Bolsonaro proclamó: “Esta es nuestra bandera, que nunca será roja”. Y poco después afirmó que ayer marca el día “en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo”.

Al igual que Brasil, Argentina, Chile y Perú dieron un vuelco a la derecha en los últimos años.

Pero ¿hay razones para festejar? “El legado histórico de la revolución cubana parece muy desgastado, tanto desde el punto de vista político como económico”, señala Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad de la Florida.

Más crítico, el opositor Vladimiro Roca asegura que la revolución “se va a extinguir por su propio peso”, porque “la juventud está cansada” y “no tiene apoyo ninguno en el exterior”.

Amada y odiada, los seguidores de la revolución destacan sus logros en educación y salud, pero sus críticos le achacan un desastroso manejo de la economía, la existencia de presos políticos y la falta de libertades.

Tras un 2018 marcado por dificultades económicas, Díaz-Canel aseguró en Twitter que 2019 será otro año de “desafíos”.

Para el gobernante “la batalla más importante” es la economía, que apenas creció 1.2 por ciento en 2018, muy por debajo del cinco por ciento necesario para impulsar el desarrollo de la isla.

Otrora primer productor mundial de azúcar, Cuba debió importarla recientemente desde Francia, y se enfrentó a finales de 2018 a la escasez de harina y huevos.

Cuba llevará a referendo el 24 de febrero una nueva Constitución, que reconoce el papel del mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera. Sin embargo, ese texto ratifica el destino “comunista” y de partido “único” del país.

Enfrentada al embargo y a la política hostil de la administración Trump, que la califica junto con Caracas y Managua como “la troika de la tiranía”, el panorama de los aliados de Cuba no es halagüeño: una Venezuela en crisis está luchando para asegurar sus entregas de petróleo a la isla.

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