El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, afianzó su poder en Venezuela al asumir el control de la Asamblea Nacional en unas elecciones duramente criticadas por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina, pero elogiadas por Rusia, uno de sus principales aliados.
Las elecciones del domingo fueron boicoteadas por los principales partidos políticos opositores, liderados por Juan Guaidó, denunciándolas como fraudulentas. La participación sólo fue del 31 por ciento.
La alianza de partidos que apoyan a Maduro se llevó 67.6 por ciento de los 5.2 millones de votos contabilizados en el primer boletín oficial, lo que consolida el dominio del mandatario socialista, que controla el resto de las instituciones del gobierno con apoyo de las Fuerzas Armadas, sostén del gobierno chavista.
"Ha iniciado una nueva etapa de reconstrucción del Parlamento y la recuperación de nuestro país", escribió Maduro en Twitter la mañana del lunes.
Maduro perdió hace cinco años contra la oposición, mientras dio señales de buscar mantenerse en el poder pese a los llamados internacionales para que impulse una transición. El resultado electoral permitió a Maduro fortalecer su poder interno, que ha sido fundamental en los últimos años para enfrentar la crisis y las presiones de la oposición y la comunidad internacional para unas nuevas elecciones presidenciales que hoy lucen remotas.
El panorama para los sectores adversos al gobierno se vislumbra incierto, pues no está claro si el oficialismo cumplirá las amenazas que lanzó durante la campaña de emprender juicios contra el líder opositor Juan Guaidó y sus colegas. Tampoco está claro si la oposición, golpeada por divisiones y pérdida de apoyo, podrá capitalizar el descontento que hay contra Maduro y que según algunos analistas se plasmó en parte en la alta abstención que se registró la víspera.
El jefe del comando oficialista, Jorge Rodríguez, dijo a la prensa que los candidatos del PSUV obtuvieron 48 escaños de la lista nacional y 24 de las listas regionales. Agregó que las autoridades detectaron un “plan de graves consecuencias para la República” que motivó que se cambiara el centro de votación de Maduro y la primera dama Cilia Flores, quien se reeligió como diputada.
En manos de opositores disidentes, que rompieron con el boicot convocado por Guaidó, quedó 17.95 por ciento de los votos y el resto lo obtuvieron las organizaciones de izquierda que estaban distanciadas del oficialismo.
El rechazo unánime de la comunidad internacional
La victoria del chavismo ha desatado reacciones de rechazo y de apoyo en la comunidad internacional, lo que pone de manifiesto la división existente sobre Venezuela. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, reiteró el lunes que la Casa Blanca "seguirá reconociendo" a Guaidó como presidente interino de Venezuela.
"La comunidad internacional no puede permitir que Maduro, que está en el poder de manera ilegítima porque robó las elecciones de 2018, se beneficie de robar una segunda elección", expresó Pompeo, que el domingo había tildado de "farsa" las votaciones legislativas.
"Estados Unidos condena las fraudulentas elecciones legislativas del 6 de diciembre del régimen ilegítimo de Maduro. No cumplen con ningún estándar mínimo de credibilidad y no son más que un intento de robar el futuro democrático de Venezuela. Hacemos un llamado a todos los países para que rechacen esta farsa electoral", dijo Pompeo en su cuenta de Twitter.
Washington es el principal aliado de Guaidó y lidera la presión contra Maduro con sanciones económicas a Venezuela que incluyen un embargo petrolero vigente desde abril de 2019. El Reino Unido, en tanto, dijo que "no reconocerá la legitimidad" de esta nueva Asamblea Nacional surgida de "elecciones profundamente defectuosas", afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores.
"Mind your own business" (Métete en tus propios asuntos), respondió en inglés el canciller venezolano, Jorge Arreaza, en Twitter.
La Unión Europea, que trató sin éxito de postergar el proceso para enviar observadores, indicó por su parte que el domingo no hubo "estándares internacionales mínimos". El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que el bloque "no puede reconocer este proceso electoral como creíble, inclusivo o transparente".
El respaldo de Rusia, su histórico aliado
Entre las señales de rechazo internacional, Maduro encontró voces de apoyo a las legislativas. Rusia celebró la "transparencia" del proceso.
"Partimos del principio de que la nueva Asamblea Nacional será el terreno (...) para un diálogo constructivo entre todas las fuerzas políticas" y ayudará a "superar los desacuerdos que existen en la sociedad venezolana a través de negociaciones", subrayó la cancillería rusa.
El discurso va en línea con lo que dijo en la víspera el ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los invitados internacionales del gobierno socialista para acompañar las elecciones junto a los ex mandatarios Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador, y Fernando Lugo, de Paraguay, así como la ex senadora colombiana Piedad Córdoba.
Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, dijo esta semana a la que no esperaba el reconocimiento de Estados Unidos o Europa.
Maduro "valida una institución que puede ser útil frente a sus aliados", dijo. El mandatario busca que países como China, Rusia, India o México sientan "que hay una institucionalidad que pueda respaldar acuerdos, por ejemplo, petroleros o de infraestructura".
Al respecto, el presidente de Diálogo Interamericano en Washington, Michael Shifter, expresó que los resultados muestran una “realidad muy triste” porque evidencian que “la gran mayoría de los venezolanos no creen ni en el gobierno ni la oposición, están desanimados, cansados y haciendo todo lo posible por sobrevivir".
Maduro, empero, calificó los resultados como una “tremenda y gigantesca victoria” del voto popular. Poco antes dijo que con la elección se sacaría una “Asamblea Nacional nefasta” y se iniciaría una “nueva era” de recuperación en Venezuela, que se encuentra sumida en una compleja crisis con una recesión que según estimaciones del Fondo Monetario Internacional podría alcanzar este año 25 por ciento, y una hiperinflación de cuatro dígitos.
Guaidó, quien llamó a un boicot en las elecciones alegando que no había condiciones democráticas y que el evento era un “fraude”, aprovechó la escasa participación para desestimar los resultados.
“La clave va ser, de nuevo, trasladar esto no solamente a la necesidad y querencia de cambio sino a la factibilidad inmediata del cambio”, dijo el lunes el también jefe de la Asamblea Nacional en conferencia de prensa, al asegurar que aprovecharán el creciente descontento para animar las presiones internas contra Maduro.
"La dictadura se evidencia", dice Guaidó
"No hubo una elección ayer", expresó Guaidó en una rueda de prensa el lunes. "Chantajearon a la gente y simplemente la gente no lo aceptó".
Pese al boicot mayoritario, una fracción disidente de la oposición postuló candidatos, incluyendo algunos con tarjetas de los partidos opositores que encabezaban el veto, después de que la oficialista corte suprema entregara su control a adversarios del líder parlamentario.
"La respuesta al fraude (...) es actuar en la calle", clamó Guaidó, que convocó un plebiscito que desde este lunes y hasta el sábado busca avalar una prolongación del período parlamentario hasta que haya "elecciones libres, verificables y transparentes".
Según Guaidó, la participación en el primer día de esta consulta, simbólica, pues Maduro ejerce el control territorial e institucional- fue "superior" a lo esperado, aunque no dio cifras. No está claro, empero, si la mayoría de los congresistas y toda la comunidad internacional, en particular la Unión Europea, respaldarán esa decisión.
dmr