Sentada junto al retrato de sus dos hijos, Ruthi Strum platica el dolor que siente por el secuestro de Iair y Eitan, que desde el 7 de octubre de 2023 son rehenes del grupo terrorista Hamás, en la Franja de Gaza.
Es una judía argentina que vive con su tercer hijo, a quien recurre de vez en cuando para contarle que escucha como si sus hermanos hubieran vuelto. Pero él, la vuelve a la realidad.
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“Escuché las voces de ellos. Yo estaba en mi casa y me sobresalté porque escuché las voces. Pero él me dice: ‘vieja, por favor, fijate debajo de la cama, en una de esas, los estamos buscando y ellos están debajo de la cama’. Le dije: ‘no, Amoz, no están debajo de la cama’.
“Lamentablemente. Pero yo desde el primer día siento que ellos están con vida. Yo desde el primer día hablo con ellos. Hablo en cualquier momento. Hablo con ellos desde el corazón y en voz alta también. También grito los nombres de ellos”, dice acongojada a MILENIO y otros medios de comunicación latinoamericanos que visitaron a los familiares de los secuestrados en Tel Aviv.
El testimonio de Ruthi es uno de los 101 que se escuchan en Israel. El mismo número de familias que esperan el retorno de sus familiares, que claman por su liberación.
“No sabemos nada del momento en que se los llevaron, cómo se los llevaron, si se los llevaron juntos, separados. No vimos videos, no vimos fotos, no vimos nada. Así que no sabemos nada de eso. Aparentemente están todos ahora en los túneles, pero no… más de eso no sé”, reconoce la mujer.
Ricardo Grichener sí tiene más de un video y va por la vida mostrándolos desde su teléfono celular.
En uno de ellos, obtenido en un canal de Telegram que usan los terroristas de Hamás para difundir sus incursiones y atemorizar a la población ─la guerra también es mediática y se vive en redes sociales─, se ve cómo los terroristas se llevan a su sobrino Omer Wenkert, de 23 años, a punta de metralleta en una camioneta blanca Toyota.
Al joven se lo llevaron desde el campo en el que se celebraba el Festival Nova, en donde 360 hombres y mujeres fueron asesinados a sangre fría por los milicianos de Hamás, la mañana del 7 de octubre.
Grichener platica lo difícil que ha sido que su sobrino, que trabaja en un restaurante en Tel Aviv, y otros rehenes puedan ser rescatados por el ejército israelí, a pesar de que éste avanza sobre Gaza.
“Pasa que llegaron a un ‘tunale’ (túnel) y en automático, los Hamás mataron a los rehenes. Llegaron a otro “tunale” y vieron con cámara de temperatura que ahí hay personas rehenes, pero están atados y tienen bombas, entonces entendieron que, si van a romper y entrar, los van a matar”, explica con tristeza.
Grichener y Strum no han perdido la esperanza. A un año, comparten la misma confianza ciega: “están vivos y van a volver”.
El retorno de los rehenes es el principal reclamo de la sociedad israelí, la cual, durante el último año, ha colmado el espacio público de Tel Aviv y de otras ciudades, las plazas, las calles, los edificios y los parques con la leyenda “Bring them home, now!” (tráelos a casa, ahora).
Ruthi, además, reparte pulseras amarillas con la misma frase. “Le quiero dar a cada uno, para que tengan, la cintita amarilla, que el amarillo significa mucho, es el deseo de que vuelvan todos”, dice a los periodistas que la entrevistan.
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