El norte de África fue sacudido por el terremoto más intenso del que tenga registro desde hace más de un siglo. El 8 de septiembre se registró un sismo de intensidad 6.8 que devastó a Marruecos, producto del movimiento de la placa Nubia (africana).
Se calcula que más de 2 mil 900 personas murieron a consecuencia del derrumbe de sus hogares pues, además de la debilidad de las construcciones, el siniestro ocurrió durante la noche y eso entorpeció la evacuación. Sumado a esto hay varias razones por las que dichos fenómenos son extraños en la región.
Placas tectónicas
Para comenzar, la placa tectónica africana, también conocida como Nubia, está en constante movimiento en dirección a la placa euroasiática. Además, la placa de África se divide en una red de fallas cuya actividad es distinta en cada punto.
Lo anterior provoca que las montañas del norte del continente experimenten fricción entre ellas todo el tiempo, lo cual acumula energía que tiende a liberarse de forma violenta.
Un terremoto sólo requiere presión y tiempo, de acuerdo con el sismólogo del Real Observatorio de Bélgica Thomas Lecocq. El especialista asegura que había mucha tensión alrededor de la cordillera del Alto Atlas, un sistema montañoso al norte de África, y eso desencadenó el siniestro.
Sin embargo, los científicos se sorprendieron por la zona en la que se liberó la energía, pues no fue en el límite entre las placas africana y euroasiática sino más al sur.
Datos preliminares sugieren que la falla Tizi n'Test, considerada inactiva, se rompió y generó el terremoto, según observaciones cartográficas analizadas por el geólogo estadunidense Kyle Bradley.
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Cultura de prevención
Por esta razón los sismos de baja intensidad son comunes en la región del norte de África, pero los más intensos son difíciles de presenciar, aunque no imposibles.
El gran terremoto de Meknes ocurrió unos 300 años antes del que cobró la vida de casi 3 mil personas, en 1755, y aunque su magnitud es incierta los historiadores hablan de que dejó un saldo de alrededor de 15 mil fallecidos.
Agadir sintió uno ligeramente más débil que el de 2023 en 1960, en el que hubo unas 12 mil víctimas letales, pero desde entonces no había uno tan fuerte.
La baja frecuencia de los temblores intensos limita la cultura de prevención de desastres en África, que no tiene protocolos de acción tan actualizados como sí los hay en zonas donde han padecido siniestros recientes, como México.
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Siniestro nocturno
"Para que se produzca una catástrofe, se necesita un peligro fuerte (el terremoto) y vulnerabilidades fuertes (edificios y casas frágiles)", explicó Robin Lacassin, especialista en terremotos del Instituto de Geofísica de París.
Tal afirmación se demuestra al comparar el saldo que dejó el sismo en las regiones rurales de Marruecos con los daños registrados en la ciudad.
Los edificios de hormigón resistieron medianamente bien el movimiento, pero las construcciones más austeras con base de adobe fueron más vulnerables al temblor, además de que se encuentran en terreno montañoso que es susceptible a desprendimientos de tierra.
A todo esto se suma el que cualquier sinestro es más letal durante la noche, ya que la mayoría de personas se encuentran dormidas y no pueden evacuar de inmediato.
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Con información de BBC y National Geographic.
SNGZ