El jefe del poder judicial de Irán, Ebrahim Raisi, ganó las elecciones presidenciales del país con una aplastante mayoría. El conservador ocupará el cargo más importante de Teherán tras unos comicios que parecieron registrar la participación más baja en la historia de la República Islámica.
Los resultados iniciales mostraron que Raisi obtuvo 17.8 millones de votos, empequeñeciendo los del único moderado en la boleta, pero dominó la votación después de que un comité controlado por el ayatolá Ali Jamenei descalificó a sus principales rivales.
Su candidatura, y la sensación de que la elección fue más similar a una coronación, pues generó una apatía generalizada entre los votantes de una nación que, desde la Revolución Islámica de 1979, ha considerado la participación como una señal de respaldo a su teocracia. Algunos, como el ex presidente conservador Mahmud Ahmadinejad, acusaron de boicot.
De acuerdo con los primeros resultados, el comandante de la Guardia Revolucionaria Mohsen Rezaei recibió 3.3 millones de votos y el moderado Abdolnasser Hemmati obtuvo el respaldo de 2.4 millones, dijo Jamal Orf, director de la sede electoral del Ministerio del Interior. El cuarto aspirante, Amirhossein Ghazizadeh Hashemi, tuvo alrededor de un millón de votos
Hemmati felicitó a Raisi a través de Instagram a primera hora del sábado.
“Espero que su gobierno proporcione motivos de orgullo para la República Islámica de Irán, mejore la economía y la comodidad de la vida y el bienestar de la gran nación de Irán”, escribió.
En Twitter, Rezaei elogió a Jamenei y al pueblo iraní por participar en las elecciones.
“Si Dios quiere, la decisiva elección de mi estimado hermano, el ayatolá doctor Seyyed Ebrahim Raisi, promete el establecimiento de un gobierno fuerte y popular para solucionar los problemas del país”, señaló Rezaei.
Las rápidas concesiones, aunque no han sido algo extraño en comicios anteriores, pusieron de manifiesto lo que las agencias de noticias del país insinuaron durante horas: que el controlado voto había sido una arrolladora victoria de Raisi en medio de los llamados al boicot.
La televisora estatal trató de restar importancia a la participación, apuntando a los jeques de los reinos del Golfo Pérsico que heredan el poder y a los malos datos de las democracias occidentales. Tras un día intensificando los intentos de las autoridades para movilizar el voto, la cadena emitió imágenes de cabinas de votación atestadas en varias provincias durante la noche, buscando mostrar un incremento de última hora.
Pero desde la revolución de 1979 que derrocó al sha, la teocracia iraní ha utilizado este dato para reforzar su legitimidad, empezando por su primer referéndum, en el que tuvo un respaldo del 98.2 por ciento y preguntaba a la población si quería una República Islámica.
Las descalificaciones afectaron a reformistas y a partidarios de Ruhani, cuyo gobierno logró el histórico acuerdo nuclear con las potencias mundiales en 2015 y vio como se desintegraba tres años más tarde por la decisión unilateral del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de sacar a Washington del pacto.
A la apatía de los votantes contribuyó también el devastador estado de la economía y las campañas moderadas, además del repunte de los casos de coronavirus.
Raisi sería el primer presidente iraní sancionado por Washington antes incluso de asumir el cargo, por su participación en la ejecución masiva de presos políticos en 1988, así como por su etapa al frente del criticado poder judicial, uno de los que más ejecuciones realiza en el mundo.
Su triunfo daría a los conservadores un control del gobierno iraní, mientras en Viena continúan las negociaciones para tratar de renovar el acuerdo nuclear entre las potencias mundiales y Teherán, que está enriqueciendo uranio a su nivel más próximo al necesario para el armamento. Las tensiones siguen siendo altas, tanto con Estados Unidos como con Israel, que se cree que perpetró una serie de ataques contra instalaciones nucleares iraníes y asesinó al científico que creó el programa atómico nuclear décadas atrás.
LP