Hazem Farjallah llora tendido en el pasillo de un hospital de Gaza, con la cabeza vendada y su tía a su lado, días después de resultar herido por los bombardeos de Israel y con escasas perspectivas de recibir una atención médica adecuada.
Hazem, de 10 años, no habla desde que resultó herido en el ataque del jueves contra una escuela de la ONU que se utilizaba como refugio y las heridas de metralla son visibles en su espalda, pecho y cabeza.
"Lleva días tirado en el suelo. Debería estar en la unidad de cuidados intensivos. No hay colchones", dijo su tía, Umm Nasser, en un video obtenido por Reuters.
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Hazem está ahora en una cama, pero tuvo que arreglárselas en el suelo hasta el lunes.
Su difícil situación pone de manifiesto el estado calamitoso de los hospitales de Gaza, dañados, mal equipados y faltos de personal, ocho meses después de iniciada la campaña militar de Israel contra Hamás.
El colapso del sistema sanitario de Gaza ante los bombardeos israelíes ha complicado la respuesta a otros desastres, desde la crisis del hambre hasta la propagación de enfermedades, y ha dejado a los enfermos crónicos sin acceso a atención básica.
Pero la guerra también ha provocado una repentina afluencia de heridos graves a los pocos hospitales que quedan en funcionamiento, abrumando a los médicos y enfermeras que tienen que hacer frente a un espacio restringido y a heridas terribles.
En el hospital Al-Aqsa de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, donde Hazem yace herido, ni siquiera hay suficientes soportes para sostener los goteros. La tía de Hazem dijo que había tenido que sostener las medicinas para que fluyeran.
"Colocamos a los heridos a lo largo de los pasillos internos y entre las camas. Dentro del hospital no hay sitio para los heridos. Los hicimos dormir en tiendas externas", dijo el doctor Khalil al-Dakran, del hospital al-Aqsa, quien afirmó que el número de heridos en el hospital era cuatro o cinco veces superior al de camas disponibles.
aag