La localidad de Rafah, anteriormente poblada con hasta 2 millones de habitantes mayoritariamente refugiados de los ataques de Israel por su guerra en Gaza, hoy es una ciudad fantasma, cubierta de polvo y escombros tras la incursión militar del ejército israelí.
Hay edificios de apartamentos abandonados y perforados a balazos, con paredes y ventanas destrozadas en Rafah. Los dormitorios y las cocinas de esta ciudad de la Franja de Gaza son visibles desde las calles salpicadas de montones de escombros que se elevan sobre los vehículos militares de Israel usados en la guerra.
Israel dice estar cerca de terminar con la guerra al casi derrotar a las fuerzas de Hamás en Rafah, un área identificada a principios de este año como el último bastión del grupo armado palestino en Gaza.
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El ejército israelí invitó a periodistas a Rafah el miércoles, la primera vez que los medios internacionales visitaron la ciudad en el extremo sur de Gaza desde que fue invadida el 6 de mayo. Israel tiene prohibido a los periodistas internacionales entrar a Gaza de forma independiente desde el ataque de Hamás el 7 de octubre que desató la guerra.
Antes de invadir Rafah, Israel dijo que los cuatro batallones restantes de Hamás se habían retirado allí, un área de 65 kilómetros cuadrados que limita con Egipto. Israel dice que cientos de milicianos han muerto en su ofensiva en esta ciudad. Decenas de mujeres y niños también han muerto a causa de los ataques aéreos y las operaciones terrestres israelíes.
El ejército dice que ha sido necesario operar con esa intensidad porque Hamás convirtió las zonas civiles en trampas traicioneras. Ocho soldados murieron el mes pasado por una sola explosión.
“Algunos de estos túneles tienen trampas explosivas (...) Hamás construyó todo en un barrio civil, entre casas, entre mezquitas, entre la población, para crear su ecosistema terrorista”, dijo el principal vocero del ejército, el contralmirante Daniel Hagari, durante el recorrido del miércoles mientras se encontraba junto a un pozo que conducía bajo tierra.
Se estima que 1.4 millones de palestinos se hacinaron en Rafah después de huir de los combates en otros lugares de Gaza. La ONU estima que alrededor de 50 mil personas permanecen en Rafah, que antes de la guerra tenía una población de alrededor de 275 mil personas.
La mayoría se ha trasladado a una “zona humanitaria” cercana declarada por Israel, donde las condiciones son graves. Muchos se han agrupado en miserables campamentos de tiendas de campaña a lo largo de la playa, con escaso acceso a agua potable, alimentos, baños y atención médica.
Los esfuerzos para llevar ayuda al sur de Gaza se han estancado. La incursión de Israel en Rafah cerró uno de los dos principales cruces hacia el sur de Gaza. La ONU dice que poca ayuda puede ingresar desde el otro cruce principal, Kerem Shalom, porque la ruta es demasiado peligrosa y los convoyes son vulnerables a saqueos.
aag