La periodista palestino-estadunidense Shireen Abu Akleh, una de las estrellas de la cadena Al Jazeera, murió ayer por disparos de bala cuando cubría una incursión del ejército israelí en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania ocupada, desatando una serie de acusaciones sobre la autoría de su deceso.
Por un lado, el canal catarí de noticias indicó que la reportera, de 51 años, fue baleada en la cabeza por las fuerzas israelíes, mientras que el primer ministro del país aludido, Naftali Bennett, afirmó que “probablemente” murió por disparos palestinos.
Ante lo confuso de la situación, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, prometió una investigación transparente y afirmó anoche que estaban “tratando de determinar con exactitud qué pasó (…) no tengo conclusiones definitivas”.
Palestina rechazó una “investigación conjunta” propuesta Israel y pidió un equipo internacional para las pesquisas.
El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansur, dejó claro que ellos no van a colaborar con la “potencia ocupante”. “Los criminales no se pueden investigar a sí mismos”, acusó
Otro periodista de Al Jazeera, Ali Al Samudi, resultó herido y acusó al ejército israelí de haber abierto fuego contra ellos.
El gobierno de Joe Biden condenó a través del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, la muerte de la periodista y pidió una “investigación inmediata y exhaustiva”.
“Estamos desconsolados y condenamos rotundamente la muerte de la periodista estadunidense Shireen Abu Akleh en Cisjordania”, señaló en Twitter.
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