La detención en Brasil del “Doctor Bumbum” tras la muerte de una de sus pacientes que fue sometida a cirugía volvió a exponer los riesgos de la industria de la belleza en el país.
Arrestado el pasado jueves después de huir de la policía, el médico Denis Furtado está encarcelado en Río de Janeiro junto a su madre, la también médica María de Fátima, cuya licencia está inhabilitada, después del fallecimiento de una de sus pacientes.
Esta historia no tiene nada de singular en Brasil, donde el millonario negocio de la belleza se expande, sin que todos los médicos sigan los rigores científicos necesarios.
La policía de Río investiga otro fallecimiento de una modelo de 24 años, quien murió tras someterse a una cirugía plástica en las piernas y los glúteos, además de una liposucción en el abdomen.
En un país donde impera una obsesión por el culto al cuerpo, el número de cirugías plásticas es el segundo mayor del mundo, solo detrás de Estados Unidos, una demanda que permite a médicos no especialistas o incluso a meros charlatantes aplicar arriesgados tratamientos.
La Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica (SBCP) estima que hay unos 12 mil médicos realizando cirugías sin la titulación necesaria en el país, donde en 2015 se realizaron 1.2 millones de cirugías estéticas.
Los expertos denuncian que no hay control en la adquisición y aplicación de componentes potencialmente nocivos para la salud (metacrilato tipo PMMA, poliacrilamida, hidrogel), mientras la falta de legislación desemboca en una cierta impunidad para los infractores.
Uno de los casos más célebres fue el de la ex conductora de televisión Andressa Urach, Miss Nalgas 2012 Brasil, quien logró escapar de la muerte.
La joven de 28 años, adicta a las cirugías estéticas, conmocionó al país tras estar entre la vida y la muerte por implantarse en 2009 una cantidad equivalente a 500 mililitros de hidrogel en cada pierna, con el objetivo de acrecentar el volumen de sus glúteos.
Cinco años después, las complicaciones la obligaron a pasar por el quirófano para extraer la sustancia que, sin embargo, ya se había filtrado a partes de su organismo y amenazaban con provocarle la muerte.
Tras estar internada más de 20 días, en los que se debatió entre la vida y la muerte por una infección que se le había extendido por todo el cuerpo, Urach cambió de vida al salir del hospital, se convirtió en una fervorosa evangélica y escribió el libro “Morí para vivir”, un éxito de ventas que la llevó a recorrer todo el país.
JOS