Mujer argentina alimenta hasta 200 personas con comedor comunitario: "podemos ayudar a otros"

Inspirada por la necesidad que presenció en su entorno, junto a su familia, Delia se embarcó en esta misión.

El comedor comunitario 'Rocío de Miel': un refugio en medio de la necesidad | Fotos: Santiago Filipuzzi para La Nación | Diseño: Margarita Salmorán
Buenos Aires, Argentina /

Delia Caballero, una mujer argentina jubilada de 63 años, ha dedicado los últimos 14 años de su vida a una labor humanitaria: alimentar a hasta 200 personas diariamente a través de un comedor comunitario que ella misma fundó en su hogar, ubicado en el barrio Mitre de la ciudad bonaerense de San Miguel

Basado en un reportaje de Ana Paula Quiroga para el diario La Nación, la iniciativa, conocida como "Rocío de Miel", surgió de una profunda sensibilidad hacia la necesidad que presenció en su entorno.

"Fui a comprar un helado y me crucé con una ex compañera de mi hija y su mamá buscando comida entre la basura", recordó. 

A partir de ese momento, junto a su esposo Oscar y la colaboración de sus ocho hijos, Delia se embarcó en una misión que trasciende el ámbito familiar para convertirse en una ayuda vital para numerosas familias de su comunidad.

“Mi familia pasó por una situación similar, cuando mi marido se quedó sin trabajo y mis hijos eran chicos”, explicó. “Todo lo que hoy tenemos nos costó mucho, pero siento que tenemos algo que devolver, que podemos ayudar a otros”.

El funcionamiento del comedor depende en gran medida de la solidaridad y el esfuerzo conjunto de la familia Caballero. A pesar de vivir con una jubilación mínima, destinan una parte significativa de sus ingresos a la adquisición de alimentos para el comedor.

“Yo no puedo cerrarlo ni dejar a tantas personas sin comer, el comedor se ha vuelto mi vida”, expresó. 

Además, cuentan con el apoyo del Banco de Alimentos de Buenos Aires y utilizan una aplicación de compra y venta de alimentos a precios reducidos para abastecerse.

La labor de Delia y su familia no está exenta de sacrificios, pues han renunciado a comodidades personales, como vacaciones o mejoras en su hogar, para mantener operativo el comedor

Sin embargo, su compromiso con la comunidad es inquebrantable, a pesar de las dificultades que enfrentan para sostener esta noble causa.

“Algunos de mis hijos y mis nietos me piden que cierre el comedor porque estoy grande, enferma y cada vez nos cuesta más mantenerlo, pero simplemente no puedo hacerlo”, asegura Delia.

El comedor "Rocío de Miel" se ha convertido en un refugio vital para muchas personas que luchan contra la pobreza y la inseguridad alimentaria.

MO

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