El terremoto de 7,8 grados que tuvo lugar en Turquía y Siria se ha cobrado miles de vidas y ha causa un sin fin de daños en ambos pasíses que sintieron el suelo moverse durante el fin de semana.
Aunque mundialmente sabemos que estos fenómenos naturales nos muestran imágenes desgarradoras de gente que pierde la vida de formas bastante horribles, también nos muestra la resistencia de aquellos que, aunque están atrapados bajo los escombros luchan por sobrevivir.
El caso más reciente nos muestra que independientemente de la edad, aferrarnos a la vida es un don que debemos tener siempre en alma, pues nunca sabes el día que lo vas a necesitar.
La taparrosca de la esperanza
En redes sociales se viralizó el caso de Muhammed Ahmed, niño sirio que pasó aproximadamente 45 horas tomando agua de una taparrosca que los cuerpos de rescate le podían mientras era rescatado de morir aplastado por los escombros de un edificio.
La situación que tuvo lugar al norte de Siria fue compartida en el perfil de Twitter de Ekrem İmamoğlu, alcalde de Estambul, que usó su gran comunidad en internet para darle foro al rescate que los cuerpos de seguridad llevaban tiempo realizando y lograron terminar con éxito.
"Bien hecho Muhammed. Nuestro equipo de búsqueda y rescate rescató al ciudadano sirio Muhammed Ahmed de los escombros en Antakya", relató Imamoglu en el tuit.
En las imágenes se observa al niño deshidratado y sin poder mover los brazos, pero sonriendo cada vez que recibe un sorbo de agua y pidiendo que le den más.
Suben los muertos y bajan los rescates
Segùn AP, la cifra de fallecidos por el terremoto va en aumento, el presidente de Tuqeuía, Recep Tayyip Erdogan, ha calificado este sismo como “el desastre del siglo", y ya rondaba las 21.000 personas, eclipsando las más de 18.400 víctimas mortales del registrado en 2011 ante la costa de Fukushima, en Japón, que provocó un tsunami, y a las 18.000 que se cree que perecieron en otro temblor cerca de Estambul, en 1999.
El dato, que seguramente seguirá aumentando, incluye más de 17.600 muertes en Turquía y más de 3.300 en una Siria devastada por la guerra civil. Decenas de miles de personas más resultaron heridas y muchas más se han quedado sin hogar.
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