Nombres y Caras: Jordi Pujol, líder nacionalista catalán

Este carismático político, que gobernó a Cataluña como presidente de la Generalitat durante 23 años, se ha visto obligado a confesar que ha engañado al fisco español durante 34 años.

La carrera política de Jordi Pujol tiene un triste final con su confesión sobre sus cuentas en el extranjero
Daniel Bosque
Barcelona /

Jordi Pujol, histórico jefe del gobierno de Cataluña, tras encabezar la oposición al franquismo en esa región del noreste de España, defendió durante décadas los pactos con Madrid antes de convirtirse a un independentismo que ahora espera preservar con su renuncia.

"Yo siempre he sido antiindependentista, durante 60 años o más de mi vida. Y ahora al final de todo veo que las condiciones en las que quieren que vivamos en el Estado español no nos permiten mantener nuestra identidad", decía en una entrevista con la AFP en mayo.

"Para mí es una decisión muy difícil de tomar porque en el fondo, es reconocer que eso que pensaba que podía ser, no es así y tenemos que cambiar de camino", afirmaba en su oficina del majestuoso paseo de Gracia de Barcelona, a la que ahora tendrá que renunciar, junto a otras prerrogativas como su coche con chófer o su pensión, pagados con dinero público.

"El pactismo fue útil para Cataluña y para España. Pero después España no ha querido seguir por este camino", lamentaba este político que conserva aquel carácter firme que infundía tan respeto en sus interlocutores durante sus años en el poder.

Presidente de Cataluña durante 23 años, de 1980 a 2003, Pujol, líder de la coalición nacionalista conservadora CiU, llegó a tener tanta influencia sobre la política española que se ganó el apodo de "virrey de España".

Nacido el 9 de junio de 1930 en el seno de una familia burguesa de Barcelona, Pujol, doctor en medicina por la Universidad de esa ciudad, se dedicó a la política contra la voluntad de su padre, el empresario Florenci Pujol i Brugat.

Por temor a "lo que podía pasar a un político muy comprometido" tras la dictadura, éste dejó a su esposa y a sus siete hijos la herencia que, tras permanecer oculta durante 34 años fuera de España, desató el escándalo y acabó llevándolo a renunciar a todas sus prerrogativas como ex presidente regional y como presidente fundador de su partido.

Como líder de varias campañas a favor de la democracia y la cultura catalana, reprimida durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), este político de menuda estatura y dura mirada, había sido encarcelado en 1960 durante dos años.

Una vez recuperada la democracia, CiU se convirtió en fuerza hegemónica en el mapa político catalán y de enorme influencia en España, garantizando en el Congreso la estabilidad de los diferentes gobiernos centrales, ya fueran conservadores o socialistas.

Negociador implacable, Pujol consiguió importantes contrapartidas para Cataluña que asumía cada vez mayor autogobierno en materias como educación, sanidad, política lingüística o seguridad, con la creación de un cuerpo policial propio gracias a su respaldo en 1993 al debilitado gobierno socialista de Felipe González.

Pero en 2003 decidió no volver a presentarse, dejando la política activa y pasando las riendas de CiU al actual presidente catalán, Artur Mas. Las sospechas de irregularidades siempre habían perseguido al entorno de Pujol, quien en 1986 había estado a punto de ser procesado por supuesta gestión fraudulenta de un banco familiar, Banca Catalana, fundado en los años 1950 por su padre.

La justicia española investiga ahora a varios de sus hijos por presunto blanqueo, fraude o corrupción y los medios españoles publican con regularidad acusaciones que, en un momento de tensión entre Madrid y Barcelona por el deseo de convocar un referéndum de independencia, llevaron al gobierno catalán a denunciar una campaña para "destruir los símbolos políticos de Cataluña".

Sin embargo, las sospechas de corrupción en torno a los Pujol vienen de lejos. "Hay un dato muy significativo: una quinta parte de los 58 consejeros que tuvieron los gobiernos de Jordi Pujol en sus 23 años de presidencia, fueron imputados por presunta corrupción. Es chocante", señala a la AFP Jordi Matas, politólogo de la Universidad de Barcelona.

Y opina: "si se pretende dar un paso firme hacia la autodeterminación, este tipo de prácticas, si existen, se han de erradicar de cuajo".

LAS MÁS VISTAS