Ropa más ligera, abanicos y paraguas, así es como los habitantes de Pyongyang, en Corea del Norte, están enfrentando las altas temperaturas tras una ola de calor que repercute en esa nación asiática, donde los termómetros marcan sobre los 35 grados, la media general durante el verano boreal.
Algunos se refrescaban comiendo hielo raspado con aderezos dulces, un postre tradicional del verano y, pesar del clima sofocante, todos sudaban con cubrebocas para evitar la propagación del covid-19.
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La mayoría de los hogares de la empobrecida Corea del Norte no tiene aire acondicionado, y los datos sugieren que solamente una cuarta parte de la población tiene acceso a la electricidad.
Los medios de comunicación estatales emitieron la semana pasada una serie de advertencias sobre las peligrosas altas temperaturas. El periódico Rodong Sinmun había detallado que los funcionarios debían estar atentos a los incendios forestales, mientras que los trabajadores agrícolas debían vigilar las plagas y otros daños de los cultivos relacionados con el calor.
Un funcionario de sanidad dijo la semana pasada a la cadena estatal KCTV que Corea del Norte esperaba otra ola de calor a finales de mes.
Las catástrofes naturales suelen tener un mayor impacto en el país debido a su débil infraestructura y al hecho que la deforestación lo hizo vulnerable a las inundaciones.
El verano boreal pasado, una serie de tifones provocaron inundaciones que dañaron las tierras de cultivo y destruyeron miles de hogares.
El mes pasado, el líder norcoreano, Kim Jong-un, admitió que la situación del suministro de alimentos del país se estaba "poniendo tensa" debido a los persistentes daños causados por los tifones, y pidió que se tomaran medidas para minimizar el impacto de los desastres naturales.
OMZI