Primero la foto, luego la paz con Norcorea

LA ALDEA

La política exterior de Trump es que no haya, en absoluto, política exterior.

Los mandatarios se encontraron en Singapur el martes pasado. (Foto: Evan Vucci/AP)
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“Cuando se trata de los asuntos internacionales, el presidente estadunidense es imprevisible, brutal y barroco (...) sus métodos son excéntricos, por lo que habrá que habituarse a él, o no”, afirma en su editorial el diario francés Le Monde, a propósito de la cumbre del día 14 en la isla de Sentosa, ante la expectativa mundial.

Destaca que después de su estrepitosa salida frente a sus “socios” del Grupo de los países más industrializados del planeta (G7), Trump “acaba de dar una nueva demostración” de su excentricidad.

Pero, destaca, “él puede alegar, y no se ha privado de hacerlo, de que todos los anteriores presidentes (de EU) fracasaron en el intento. Y añadir que su método fue necesario en tanto la desconfianza está viva entre Washington y Pionyang, después de una guerra que dejó millones de muertos (1950-1953) y de décadas de hostilidad desde entonces. Y dado que él quería la foto antes que resultados, Donald Trump, como hombre de negocios, consideró que era preferible verse para romper el hielo antes de lanzar la negociación propiamente dicha”.

De hecho, no se puede más que compartir esta constatación: “los años de aislamiento no hicieron ceder a Pionyang” y la “paciencia estratégica promovida por Barack Obama ha sido sinónimo de descomposición y de amenaza adicional sobre la seguridad de Estados Unidos ya que el heredero de la dinastía de los Kim pudo llevar a término el programa nuclear que le había legado su padre”, Kim Kong-il.

“En cuanto a la opción guerrerista adelantada por consejeros de Trump, muestra la locura frente a una potencia nuclear y en una zona de tensiones entre potencias”.

El diario recuerda que Trump aprovechó una apertura que él no propició. Fue el presidente surcoreano Moon Jae-in el primero en tender la mano a Kim Jong-un, “lo que le permitió a éste salir del impasse derivado de las sanciones internacionales y de la escalada verbal con el presidente estadunidense”. Agrega que “la historia no deberá olvidar que, el 3 de septiembre de 2017, el mismo Trump, todo sonrisas en Singapur, escribió en Twitter : “Corea del Sur constata, como yo les había dicho, que su discurso de apaciguamiento con Corea del Norte no avanzará, ellos no entienden más que una cosa!”

Pero a pesar de estos golpes súbitos, “del reconocimiento espectacular a una dictadura que ignora los derechos humanos, conviene saludar el cambio de clima que ya está en marcha”, dice Le Monde.

Asegura que “indudablemente, la cumbre de Singapur da inicio a un periodo de distensión en Asia”, cuando por lo visto “el método farragoso, improvisado y altisonante de Trump incita a la prudencia”, aun cuando la ausencia de un calendario y de medidas concretas, significativas y verificables de desmantelamiento del dispositivo nuclear norcoreano, que no se detallaron en la cumbre, torna “idealista” su resultado.

“Es un concesión mayor”, ya que Trump, “que no ha dejado de denunciar las debilidades del acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, anunció que renunciaba a los ejercicios militares con Corea del Sur, calificados de ‘provocadores” por el mismo mandatario.

“Es el precio —concluye— que hizo posible la pulseada con Kim Jong-un. El precio para hacer posible un viraje en Asia. Aunque un viraje muy aleatorio”.

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