Sin seguridad y con miedo, así sobreviven las prostitutas de carretera

Historia

Las condiciones en las que trabajan las personas que se prostituyen en los caminos de Castellón son de todo menos seguras. EL MUNDO habla con 'Laura', ex prostituta de la zona

Laura ejerció la prostitución como travesti en el Caminàs durante cinco años. EUGENIO TORRES
El Mundo
Madrid /

La seguridad de las mujeres y hombres que se dedican a la prostitución en caminos y carreteras de Castellón escasea en todos los sentidos. La falta de luz, de agentes de seguridad de paisano y de controles a los coches, sobre todo en días de fiesta, hacen que el trabajo de las prostitutas equivalga a jugarse la vida todas las noches.

El viernes pasado se encontró el cuerpo sin vida de una persona trans en la zona del Caminàs de Castellón, un área en el que se ejerce la prostitución. Por el momento, hay dos detenidos en prisión en relación con el crimen, sin embargo, la Policía Nacional sigue las investigaciones pertinentes para resolver el caso.

Este homicidio ha despertado la alerta entre los ciudadanos pero, sobre todo, entre el colectivo de mujeres que se dedican a la prostitución en la capital de La Plana. Laura, seudónimo que utilizaba un joven en su trabajo en el mundo de la prostitución, dejó el Caminàs hace tres años, tras iniciarse en la 'profesión' siendo menor, con 17, y hasta los 22 años. “No me ha sorprendido el caso del homicidio del viernes, de hecho conozco el caso de una compañera que no salió a la luz, y la chica desapareció y no se supo nada más de ella. El miedo está ahí”, confiesa el joven.

La ex prostituta ha hablado con EL MUNDO para reivindicar la falta de seguridad en la prostitución de Castellón: “No hacen falta los típicos controles de policía, sino que haya guardias de paisano que velen por la seguridad de las chicas”. En el entorno del Caminàs, cuando él trabajaba 'ejerciendo', había tres chicas ofreciendo servicios sexuales, como mucho cuatro. Cada una tenía su parcela y entre ellas se dividían el camino. 

Laura cuenta cómo se repartían las posiciones: “Las veteranas siempre estaban más fuera, a la vista, y las novatas tenían el puesto de dentro, el menos privilegiado”.

INTENTO DE VIOLACIÓN

Los riesgos de las prostitutas, según cuenta Laura, van desde adquirir cualquier enfermedad de transmisión sexual, hasta sufrir agresiones de cualquier tipo. A él, personalmente, le intentaron violar en una ocasión, en la que recurrió a a los cuerpos de seguridad que se llevaron detenido al 'no cliente'. “La peor situación que yo he vivido prostituyéndome aquí en Castellón fue en periodo de Magdalena. Un coche de niños borrachos se pusieron delante de mi hoguera y me empezaron a tirar piedras y a insultarme”, afirma Laura.

Las prostitutas que frecuentan la zona no se sienten protegidas por las fuerzas de seguridad. Laura, en este caso tuvo suerte, ya que un policía con el que hizo amistad se pasaba por su zona todos los días simplemente para comprobar que estuviese bien, y todo por la vocación profesional del policía a la que le estará “agradecida siempre”.

Laura es español y 'compartía camino' con dos chicas de diferentes nacionalidades, que también atendían a clientes de todos los sitios del mundo. Había a alguno que por cuestiones de seguridad personal las chicas tenían que negarse a prestarle servicios. “Me fiaba más de los jóvenes que venían con su humilde coche, que de los que venían trajeados y con coches de alta gama”, subraya.

COLECTIVOS LGTBI

Por otra parte, los colectivos que siempre les han ayudado mucho en temas médicos y de precaución de enfermedades de transmisión sexual (ETS) son los relacionados con la defensa del colectivo LGTBI. Estos les proporcionaban constantemente preservativos y otras ayudas para que su trabajo fuese mas seguro.

Más de 500 personas han disfrutado de los servicios sexuales de Laura durante cinco años consecutivos, la mayor parte de ellos jóvenes de entre 16 y 30 años, según lo que ha contado a este medio: “Hay que quitarse la idea de la cabeza de que solo vienen viejos, aquí hay de todo. Los mismos niños que te insultan cuando pasan con sus amigos son los que luego vienen”.

ENTRE NARANJOS

El procedimiento del trabajo para las mujeres del Caminàs es el mismo para todas: “Para el coche, nos subimos, acordamos las tarifas con los clientes y después nos metemos para dentro del campo de naranjos. El coche se deja en un punto y ya vamos con el cliente más para adentro. Entre naranjos tenemos las relaciones sexuales, que hay de todo tipo”. Esto quiere decir que las condiciones de trabajo de las prostitutas dependen también de las condiciones del clima. 

“Si hace sol nos morimos de calor, si hace frío lo pasamos aun peor, y si llueve y el cliente quiere servicio igualmente, que suele ser así, nos tenemos que adaptar y trabajar bajo la lluvia, admite Laura.

Cuando se le plantea la opción de ejercer la prostitución en un club, donde en teoría está más controlada, él no duda en decir que prefiere el Caminàs: “En el Caminàs eres libre, puedes cobrar lo que quieras y hacer con el dinero lo que quieras, en los clubes no, por eso preferí antes la calle que lo que se supone que es la opción más segura”.

Otra de las cosas que causan incertidumbre entre las mujeres que se dedican a la prostitución es qué tipo de servicio va a querer el cliente. En el caso de Laura se ha encontrado con personas que han tenido como fetiche el hecho de estar manteniendo relaciones sexuales con un hombre travestido. 

“En muchas ocasiones ni si quiera ha habido contacto físico, simplemente el cliente se ha querido masturbar viéndome”.

El joven vivió cinco años de la prostitución, a la que recurrió para salir de la mala racha económica. Este es un caso que demuestra que este ejercicio es un “absoluto desconocido” para toda la sociedad, que juzga y prejuzga sin saber lo que hay en el interior del oficio.


M

LAS MÁS VISTAS