Alrededor de 1.27 millones de personas salieron ayer a las calles de ciudades y comunidades de Francia, según el Ministerio del Interior, en una nueva oleada de protestas multitudinarias contra los planes del presidente Emmanuel Macron de elevar dos años la edad de jubilación.
La participación superó a la ronda previa de huelgas y manifestaciones en contra de los cambios al sistema de pensiones, obligando a la primera ministra Élisabeth Borne a reconocer que “atienden” las “preguntas y dudas” planteadas por las reformas, las cuales elevarían la edad de retiro de 62 a 64 años.
Los ocho sindicatos que organizaron la jornada anunciaron marchas para el 7 y 11 de febrero.
“Ante el rechazo masivo, el gobierno debe retirar su reforma”, sostuvo Patricia Drevon, del sindicato Fuerza de los Trabajadores, junto a otros colegas.
Tan solo en París se calcula que unas 87 mil personas protestaron, según la policía, cifra que supera las 80 mil de la primera gran movilización por las pensiones del 19 de enero. Aunque en términos generales esta marcha fue pacífica, se vio empañada por enfrentamientos entre grupos radicales y policías antidisturbios que dejaron 30 detenidos.
Las 250 protestas en todo el país no se limitaron a las grandes ciudades, pues sumó a trabajadores de lugares como Ouessant, una pequeña isla.
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