Los sindicatos llamaron a los franceses a protestar de nuevo este martes contra la reforma de las pensiones del presidente Emmanuel Macron, en un intento de recrudecer la presión en pleno examen del impopular proyecto por el Parlamento.
"Se supone que los diputados representan al pueblo. Cuando votan leyes contrarias a lo que quiere el pueblo, hay un problema democrático", aseguró el lunes el líder de la central CGT, Philippe Martinez, en la cadena France 2.
El servicio de trenes se anuncia "muy perturbado", así como el transporte público de París, pero menos que en las protestas del 19 y del 31 de enero, cuando más de 1 millón de personas manifestó en todo el país, según el gobierno.
Los sindicatos consideraron que en esas manifestaciones participaron dos millones de personas.
Mantener la movilización es clave para los sindicatos. Las autoridades calculan que entre 900.000 y 1,1 millones de personas volverán a salir a las calles este martes. El gobierno anunció el despliegue de 11.000 policías y gendarmes, entre ellos 4.000 en París.
Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se oponen al retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y al aumento de 42 a 43 años del tiempo de cotización para 2027 para cobrar una pensión completa, como propone el gobierno.
"Es la reforma o la quiebra" del sistema de reparto, advirtió el lunes ante los diputados el ministro de Cuentas Públicas, Gabriel Attal. La caja de las pensiones enfrenta un déficit de unos 14.600 millones de dólares en 2030, según el gobierno.
Pese al rechazo popular, esa primera jornada de debate en la Asamblea sirvió para establecer una primera relación de fuerzas: por 292 votos en contra y 243 a favor, la cámara baja rechazó una moción que pedía la retirada de la reforma.
Y plasmó la tensión reinante: "No estamos en un anfiteatro [de estudiantes], no estamos en una manifestación, estamos en la Asamblea Nacional", dijo su presidenta, Yaël Braun-Pivet, ante las enérgicas protestas de la oposición de izquierda.
Nuevas protestas el sábado
Aunque la reforma es una promesa electoral de Macron, los observadores estiman que su reelección en 2022 se debió en gran parte al deseo de los electores de evitar la victoria de su rival en el balotaje, la ultraderechista Marine Le Pen.
Semanas después, el oficialismo perdió su mayoría absoluta en la Asamblea y, ahora, busca los votos de la oposición de derecha de Los Republicanos (LR) para aprobar su reforma de las pensiones, ante la negativa de Le Pen y de la izquierda.
En una concesión de última hora, la primera ministra, Elisabeth Borne, anunció que las personas que empezaron a trabajar entre 20 y 21 años podrán jubilarse con 63 años, pero sin lograr convencer a todos los diputados de LR.
El gobierno francés escogió, no obstante, un procedimiento parlamentario que limita el tiempo de debate en las dos cámaras del Parlamento y le permite aplicar por ordenanza la reforma, si estas no se han pronunciado para el 26 de marzo.
Con la cuenta atrás activada, el tiempo apremia para los opositores. Los sindicatos apuestan por aumentar la presión sobre los diputados con las protestas en las calles, por lo que ya llamaron a una jornada de manifestación el sábado.
Pero, a su vez, evitan ponerse a la opinión pública en contra con huelgas duras. En plenas vacaciones escolares de invierno en varias regiones, los sindicatos de trenes anunciaron que no paralizarán ese día el servicio de trenes en Francia.
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