La Franja de Gaza ha sido el epicentro del ancestral conflicto entre israelíes y palestinos, el cual volvió a detonar con la ofensiva del grupo Hamás que burló la ‘impenetrable’ defensa de Israel el 7 de octubre pasado. Desde su trinchera lanzó un millar de misiles, filtró a sus combatientes y ahora retiene a más de 100 rehenes amenazados de muerte.
El origen del nombre y su fundación son desconocidos; no así su historia y las disputas territoriales que hoy en día hacen de Gaza, así como Cisjordania, uno de los territorios remanentes del pueblo de Palestina, — y el más azotado por los crímenes de guerra.
Ubicado en la costa oriental del mar Mediterráneo, Gaza es uno de los territorios de mayor densidad poblacional al contar con 2.3 millones de personas distribuídas en una extensión de apenas 365 kilómetros cuadrados. Es como si la población de Yucatán estuviera concentrada en la alcaldía de Tlalpan, en Ciudad de México (CDMX).
La tierra dividida
Israel ha sido el centro de un conflicto de origen meramente religioso: la lucha de los israelíes judíos y los palestinos por su derecho histórico de poblar esas tierras.
El sionismo (nacido en el siglo XIX) defendía el derecho de los judíos a crear su propio estado en su propia tierra, aquella que se había prometido a los descendientes del antiguo pueblo hebreo. Y fue bajo ese movimiento político, que judíos migraron a Israel en distintos momentos de la historia, siendo la primera migración masiva la del periodo de 1882-1903.
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Por su parte, los palestinos reclamaban su derecho histórico de habitar las tierras al considerarse descendientes de los filisteos. Tras su derrota ante los egipcios, según los tiempos bíblicos, los filisteos se asentaron en la costa del mediterráneo desde lo que hoy es Tel Aviv, hasta la frontera de Egipto.
Las migraciones continuaron hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Palestina estaba aún bajo el control del Reino Unido. La retirada de éste, en 1946, dio paso al plan de repartición de Naciones Unidas (ONU) que dividió el territorio entre el estado judío de Israel y el árabe de Palestina; la Franja de Gaza quedó para los palestinos.
No obstante, el acuerdo no fue del agrado de Palestina y en 1948 declaró la guerra a Israel. Las Fuerzas de Defensa israelí (IDF) derrotaron a los árabes — pese a que este bando se conformó por Egipto, Siria, Líbano, Arabia Saudí y Transjordania — y aumentó el territorio de Israel un 23% más del concedido por la ONU.
La Franja de Gaza quedó bajo el control de Egipto. Y no fue hasta 1973 que volvió al dominio palestino con la Guerra de Yom Kipur y los acuerdos a los que Israel accedió con el bando árabe para regresarle sus territorios, como la península de Seinaí a Egipto o la Franja de Gaza y Cisjordania a Palestina. Pero las hostilidades estuvieron lejos de cesar.
La fuerza de Hamás y el bloqueo del 2007
La primera rebelión de jóvenes palestinos en territorio israelí (conocida como intifada) en 1987 marcó el nacimiento de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) — cuyo líder Yasser Arafat logró el cese de la misma cinco años después en 1993. A la par surgió Hamás como un grupo paramilitar bajo el control de la Organización.
Con ello, y otras negociaciones diplomáticas de por medio, se logró el reconocimiento del derecho de los palestinos a autogobernarse en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, la muerte de Arafat en la segunda intifada del 2000 fortaleció a Hamás.
Los conflictos obligaron a Israel a retirar los asentamientos judíos en el norte de Cisjordania y su presencia en la Franja de Gaza, donde la fuerza de Hamás se consolidó a tal grado que en las elecciones de 2006 ganó la mayoría de los escaños del Consejo Legislativo Palestino. Hecho que condenó por 16 años a la población de la Franja.
Desde 2007, Israel ha mantenido un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre sobre la Franja de Gaza que prohíbe a los palestinos entrar o salir de la zona. “Una prisión al aire libre”, según Human Rights Watch, que ha derivado en una crisis humanitaria.
La medida no sólo restringe la circulación, también la importación y exportación de alimentos, combustible y otros insumos; las zonas de cultivos y pesca, o el arribo de ayuda humanitaria. Además de ello, la ciudadanía está sometida a los constantes recortes de agua y de electricidad por parte de Israel, que han puesto al sistema de salud al borde del colapso.
El mundo tiene los ojos puestos en la Franja de Gaza e Israel. Bombardeos, asesinatos, secuestros y condenas enérgicas abundan en los noticieros; algunas naciones comienzan a tomar parte, mientras otras apuran la repatriación de sus connacionales.
La guerra dejó a mil mexicanos varados en la 'tierra santa'. Poco más de 270 volvieron en una primera misión de rescate, pero la escalada del conflicto obligó al Gobierno de México a cambiar de estrategia y establecer un puente aéreo.
El propio López Obrador reconoció que el cese al fuego está lejos de ocurrir y, renuente a condenar los ataques del 7 de octubre, volvió a lamentar las pérdida de vidas humanas.
“Deseamos de todo corazón que no escale el conflicto. (...) pero no se ve, lamentablemente, que en el corto plazo puedan cesar las hostilidades”, reconoció el Jefe del Ejecutivo.
ASG