La tarde del miércoles, al recordar lo vivido en ese encierro de dos años por órdenes de Keith Raniere, Daniela ya no pudo mantener el estoicismo que la caracterizó en los días anteriores en la silla de los testigos, que es una combinación de interrogatorio policíaco con diván de psicólogo.
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Sylvie, la primera testigo que acudió a declarar en contra del falso gurú neoyorquino, lloró al recordar cuando su padre descubrió las fotos de ella desnuda que Keith Raniere le exigía. El cineasta sudafricano Mark Vicente, por su parte, derramó lágrimas al leer la declaración de doce puntos que debían repetir líderes y alumnos en NXIVM; más reciente en el juicio, Laureen Salzman no pudo controlar el llanto al reconocer lo duros que fueron con una mexicana.
Daniela, la testigo mexicana maltratada durante mucho tiempo por Raniere, aseguró que el duro confinamiento la llevó al borde del suicidio y lloró una vez más al recordar cómo sus padres fueron cómplices del encierro. Además de que el líder espiritual puso a toda la gente de la compañía NXIVM en su contra al inventar la historia de que ella había robado dinero.
Pero la realidad era que, además de desarrollar sentimientos por el informático Ben Meyers, Daniela cometió el pecado de revelar al acusado sus deseos: “Quiero ir a la escuela, trabajar, ser independiente. Este viaje con ustedes ha sido medio sueño y medio pesadilla”, le confió.
Durante meses comprobó que el caudillo acomodaba las cosas de tal forma que todos los demás terminaran siendo culpables. “Estás fuera de la realidad” inició él con sus respuestas y le aclaró que la clave para mejorar la relación era “restaurar tus sentimientos hacia mí, pues de lo contrario seguirás siendo una estafadora”.
El sometimiento y la humillación no se detenían, por el contrario. “Tal vez además de cortar flores silvestres, puedas atrapar algunas hadas”, se mofó sobre su deseo de ser independiente.
Daniela pensó en huir, pero las otras mujeres de NXIVM no se lo recomendaban porque además de que no tenía dinero, estaba viviendo como indocumentada en Estados Unidos. El miedo y su inclinación por hacer las cosas bien, la frenaban más que impulsarla. Los métodos de NXIVM no funcionaban en ella. La más abyecta de las humillaciones tuvo lugar la ocasión en que ella acomodaba el librero del líder, una de sus tareas reivindicadoras.
Al escucharlo entrar al estudio, Daniela se acomodó rápidamente en el sofá y fingió estar dormida. Así escuchó cómo Keith Alan Raniere se bajaba los pantalones antes de ensayar un acercamiento inusual.
—¿Querías los genitales del acusado en tu cara mientras dormías? —preguntó la asistente del fiscal Moira Penza.
—De haberlo querido hubiera despertado —le aclaró Daniela, cuyo testimonio ha resultado hasta el momento el más demoledor en contra del acusado.
Mañana, Daniela será interrogada por los abogados defensores.
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nerc