El ex gobernante de Cuba, Raúl Castro, cumple hoy 90 años, en una época en la que vive apartado formalmente del poder, pero en capacidad de decir la última palabra en los asuntos claves, cuando la isla vuelve a enredarse en un enfrentamiento con Estados Unidos, ahora con Joe Biden al frente.
El menor de la familia Castro Ruz, la más poderosa del país caribeño desde el triunfo de la revolución en 1959, fue visto por última vez en público en abril pasado al entregar el mando del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) al presidente Miguel Díaz-Canel.
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Tres años antes, puso igualmente la jefatura del Estado y del gobierno en manos de Díaz-Canel como parte de un relevo generacional en el liderazgo del país calculado hasta el detalle desde que su hermano Fidel Castro enfermera en 2006. Cambio de mando que ha implicado además un abierto desafío a los pronósticos sombríos reiterados en Washington.
EU vuelve a apostar a favor de la caída “inminente” de la revolución
“Los regímenes autoritarios son como los helicópteros. Si el rotor falla, te caes”, auguró en cuanto al futuro del socialismo en la isla el subsecretario de Estado, Thomas Shannon, durante la administración de George W. Bush, perspectiva que al parecer sigue considerando el mandatario Joe Biden, quien casi a punto de cumplir cinco meses liderando la Casa Blanca mantiene la política de sanciones extremas hacia el país caribeño impuesta por el anterior gobernante, Donald Trump.
“Estados Unidos condenará la represión de los derechos humanos en la isla” y defenderá “el derecho del pueblo cubano a la libertad de expresión y reunión”, expresó el 4 de mayo el actual secretario de Estado, Antony Blinken.
Por su parte, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, respondió de inmediato que “si el secretario Blinken estuviera interesado en los derechos humanos de los cubanos, levantaría el bloqueo y las 243 medidas aplicadas por el gobierno anterior, vigentes hoy en medio del covid-19”.
Estados Unidos ha apelado a la misma retórica y a similares pronósticos desde los años 60 del siglo pasado, cuando Raúl Castro fundó y asumió como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, entonces la institución más decisiva en la nueva estructura de poder que se edificaba sobre la marcha. Lejos estaba la constitución del PCC.
“Nuestra mejor apuesta es esperar un régimen sucesor”, fue la decisión del subsecretario de Estado, Thomas Mann, ante quienes desde Washington sugerían en 1960 buscar un entendimiento con Fidel Castro y la revolución que había triunfado un año antes y aun no había marcado el rumbo al socialismo.
El inédito deshielo
Junto a su hermano Fidel, a quien acompañó desde el inicio de la revolución armada en 1953, Raúl Castro ha vivido en los planos decisivos la confrontación con Estados Unidos.
No obstante, el 17 de diciembre de 2014, en un giro inédito, él y Barack Obama anunciaron el inicio de un deshielo en las relaciones entre Cuba y UE, tras largas negociaciones secretas. Fidel estaba retirado por razones de salud de la vida pública y fallecería dos años después.
“Barack Obama fue el único presidente que dijo en voz alta lo que todo el mundo ha sabido durante (60) años: la política de hostilidad (hacia Cuba) es un emperador sin ropa”, asegura el académico estadunidense William M. LeoGrande.
En tanto, Carlos Saladrigas, miembro en Estados Unidos de un influyente grupo de cabildeo, estima que el país gobernado por Biden “no debe empujar a Cuba y a Rusia a la vez, ya que puede resucitar viejas y peligrosas alianzas. Además, lejos de fomentar los deseados cambios en Cuba, la continuidad de la hostilidad solo logra atrincherar al gobierno cubano agudizando el atropello de los derechos humanos y haciendo la ardua tarea de reformas aún más difícil y costosa; en vez de fomentar cambios, los obstaculiza o los demora”.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, sin embargo, los dos países regresaron a la confrontación, escenario que Biden mantiene en medio de la epidemia del nuevo coronavirus, de la transición generacional y de la mayor reforma económica emprendida en más de medio siglo, procesos gestados y dirigidos también por Raúl Castro.
El futuro inmediato vuelve a ser incierto
Imposible saber hasta cuándo Raúl Castro dirá la última palabra en los asuntos claves de Cuba, pero resulta evidente que el peso de cualquier futura negociación con Washington lo llevaría una nueva generación de líderes cubanos.
En este contexto, no obstante, Biden no solamente mantiene las sanciones económicas impuestas por Trump, sino que ha dejado entrever su eventual incremento en la antesala de otro momento definitorio el próximo 23 de junio.
Ese día, La Habana llevará a la Asamblea General de la ONU el tema del bloqueo estadunidense y Washington deberá decidir si vota por su continuidad, como ha hecho tradicionalmente, o si se abstiene de pronunciarse, como ocurrió una solo vez durante el deshielo.
OMZI