Más de 70 ríos de Alaska se están volviendo naranjas ¿es un riesgo ambiental? Esto sabemos

El fenómeno se comenzó a observar desde 2018 temen que llegue hasta arroyos y fuentes de agua para el consumo.

Aseguran que los ecosistemas locales están en peligro. | Foto: AP / UC Davis
Milenio Internacional
Ciudad de México /

Un grupo de investigadores de la Universidad de California Davis, junto con científicos del Servicio Geológico de Estados Unidos y del servicio estadounidense de Parques Nacionales, comprobó que al menos 70 ríos y arroyos de Alaska se están volviendo naranjas, esto por un fenómeno conocido como drenaje ácido de rocas.

De acuerdo a los expertos, este proceso ocurre comúnmente en las minas, pero también se da de manera natural, cuando los metales que llevan guardados en la roca miles de años entran en contacto con moléculas de agua e inician un proceso de oxidación.

“Yo solía dar una clase de laboratorio enfocada en el drenaje ácido de rocas y drenaje ácido de minas en las Montañas Rocosas de Colorado y llevábamos a los estudiantes a las minas abandonadas”, relata el profesor de la UC Davis, Brett Poulin, uno de los principales investigadores del fenómeno. 

Mientras tanto, el biólogo del Servicio Meteorológico de Estados Unidos, Mike Carey, reveló que en 20218 volvió a Alaska a continuar con sus investigaciones sobre los peces e insectos, se encontró con algo que nunca había visto antes.

“Todo estaba bien en 2017”, dice el investigador. “Estábamos recolectando peces, macroinvertebrados. Pero cuando volvimos en 2018, todo el río, todo el tributario, se había vuelto color naranja. No podía encontrar peces en el arroyo y la comunidad de macroinvertebrados había sido diezmada”, señaló.

Carey compartió a la BBC, que al principio un grupo de investigadores creían que todo se trataba de una anomalía, "un evento único de ese año, y relacionado a factores pasajeros".

Sin embargo, el fenómeno se ha seguido presentando y actualmente afecta a 75 ríos y sus tributarios en la cordillera de Brooks, que atraviesa el estado.

“Nuestra hipótesis es que el derretimiento del suelo del permafrost -capas de suelo congeladas- está permitiendo que el agua se filtre de manera más profunda y que interactúe con minerales que han estado atrapados por miles de años”, explica el profesor Poulin,

“Esos minerales están generando una reacción con el oxígeno en el agua”.
Foto satelital tomada por la UC Davis.

¿Qué es el permafrost?

De acuerdo a un artículo publicado en la revista Nature Communications, los autores del estudio encontraron que el que los ríos de Alaska estén pasando a ser de color naranja se debe al deshielo del permafrost.

Esto sucede en el momento en el que una capa de roca o suelo que contiene hielo y permanece congelada durante dos o más años.

Sin embargo, Alaska se está calentando entre dos y tres veces más rápido que la media mundial, esto hace que el abundante permafrost esté reduciéndose antes del tiempo promedio.

Y como resultado, la capa se vuelve incapaz de soportar el peso del suelo, o la vegetación que hay sobre él, y queda al descubierto materia orgánica, incluidos los restos de plantas muertas, que pueden liberar metano y dióxido de carbono a la atmósfera.

“Cuando esa agua entra al río, el PH se incrementa bastante y hace que se precipite la salida de metales. Y el que más se puede apreciar visualmente es el hierro, que es por lo que se ve como si los ríos se estuvieran oxidando”, señala Poulin.

¿Existe algún riesgo a la salud humana o la vida animal?

Según lo señalado por National Geographic, sí hay riesgos, pues existen posibilidades de que un virus o bacterias sean liberados en el proceso.

Mientras tanto, el problema sigue creciendo, y podrían correr riesgos los hábitats de la fauna local y algunos sistemas ecológicos, e igual podría implicar un riesgo a la salud humana.

Por lo que los expertos siguen investigando, sobre lo que está ocurriendo en los ríos de Alaska, su posible impacto medioambiental y si es posible revertir algún daño.

Taylor Eviunger, investigadora del equipo del profesor Poulin, cree que “El ecosistema ártico en conjunto, tanto los ambientes acuáticos como la salud humana, están bajo riesgo por este cambio en la composición química del agua en la región”.

Asegura que las vertientes hídricas de la zona han visto un incremento exponencial de metales tóxicos como zinc, cobre, níquel y plomo.

Cabe señalar que estos metales y minerales pasados, son tóxicos para los peces y esto puede tener un impacto negativo en la salud del ecosistema acuático.

“Si el derretimiento del permafrost es el principal mecanismo que permite que esto ocurra, donde sea que haya lugares con este tipo de depósitos minerales existirá el potencial de que este drenaje de roca ácida logre alcanzar los arroyos y ríos”, asegura.

CHZ

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