Robert de Niro, el nuevo magnate de la hostelería

Famosos. El actor construye junto con sus socios un complejo llamado Nobu Beach Inn en las playas paradisiacas de Barbuda, un sitio exclusivo de arena rosa y cuyo acceso solo es posible con helicóptero

El agua turquesa de Barbuda es también parte del encanto de este paraíso. Thea Traff/ The New York Times
Thea Traff y Sarah Lyall
The New York Times /

Ya es bastante extraño viajar en helicóptero de una isla caribeña a otra para comer, aunque tu destino sea Nobu Barbuda, una sucursal del famoso restaurante japonés situado en una playa semidesierta. Resulta extraño también, en el mejor sentido, llegar y ver al actor Robert De Niro, de 81 años, con unos pantalones cortos y un diminuto sombrero de pescador, esperándote en una mesa del fondo.

Este es su restaurante, y pronto será su nuevo complejo turístico, el Nobu Beach Inn, cuya apertura está prevista para finales de 2025. Dirigido a viajeros de alto perfil dispuestos a desembolsar más de 2 mil 500 dólares por noche en un bungalow de una habitación, es el más reciente proyecto del imperio de hospitalidad en constante expansión de De Niro, que empezó cuando él y un socio abrieron el Tribeca Grill en Manhattan en 1990.

En 1994, De Niro ayudó a convencer al aclamado chef japonés Nobu Matsuhisa, cuyo restaurante Matsuhisa de Beverly Hills se había convertido en uno de los favoritos de los famosos, para que abriera una sucursal en Manhattan, y le diera su nombre en vez de su apellido. Siguieron más restaurantes Nobu, y en 2013 se abrió el primer Nobu Hotel en el Caesars Palace de Las Vegas. Ahora, Nobu Hospitality, formada por De Niro, Matsuhisa y el productor de cine Meir Teper, tiene una cartera internacional de 42 hoteles ya abiertos o en desarrollo, así como 12 complejos residenciales y 56 restaurantes.

Por separado, De Niro es también socio del Hotel Greenwich de Nueva York.

Pero este proyecto actual está especialmente cerca del corazón de De Niro, además de ser el único hotel del imperio Nobu en el que tiene una participación directa, a través de una entidad que cofundó, Paradise Found Barbuda LLC —los demás hoteles funcionan bajo acuerdos de gestión y licencia de Nobu, pero son de propiedad individual—.

El Nobu Beach Inn pretende ser lujoso y acogedor, discreto pero exclusivo, dirigido al tipo de gente que “no quiere sentirse rodeada de otras personas”, especificó Daniel Shamoon, socio gerente de Paradise Found Barbuda.

El protagonista de la saga El padrino y la cinta El irlandés deambula por la playa Princesa Diana, llamada así en honor de Lady Di, quien la visitó en 1997. THEA TRAFF/ THE NEW YORK TIMES

¿Cómo ha encontrado De Niro el tiempo para hacer todo esto, además de su trabajo principal?

“Ah, eso —compartió De Niro, riendo, al preguntarle cómo encaja su carrera de actor en esta otra parte de su vida—. He hecho unas cuantas cosas que van a salir, y tengo otros proyectos en marcha que aún no se han finalizado. Y también tengo esto”. Señaló hacia la playa.

Ser magnate de la hostelería no es exactamente más divertido que ser actor, dijo, simplemente es diferente. “Actuar es solo otra tarea, por así decirlo”, dice De Niro, quien en ese momento contesta su teléfono. Luego de la distracción, cuelga, ofrece una disculpa y comparte: “Estaba coordinando un helicóptero”.

La playa de la princesa

De Niro y sus socios de Paradise Found, el multimillonario australiano James Packer y Shamoon, un hotelero internacional que también es copropietario y director de Luxury Hotel Partners, han necesitado mucha coordinación —de helicópteros y otras cosas— para llegar a este punto. Paradise Found adquirió la propiedad de 158.2 hectáreas en 2015, pagando 5.2 millones de dólares por un contrato de arrendamiento de 99 años.

De Niro visitó por primera vez Barbuda, que es más pequeña que Brooklyn y se encuentra a 61 kilómetros al norte de Antigua (la más grande de las islas que forman la nación de Antigua y Barbuda), hace unos 30 años, en un paseo de un día. Le impresionó la belleza de su playa más famosa, una franja de arena rosácea y agua turquesa a lo largo de la costa suroeste.

La playa recibió más tarde el nombre de Playa de la Princesa Diana en honor de Lady Di, la antigua princesa de Gales, quien en 1997 fue fotografiada sentada junto a la piscina del desaparecido complejo turístico K Club.

“Siempre pensé que era algo especial —aseguró De Niro—. Y dije: ‘Este es el sitio, si podemos conseguirlo’”.

El restaurante Nobu Barbuda, el primer paso del plan de desarrollo, abrió en 2020, y atiende casi exclusivamente a personas que hacen paseos de un día en helicóptero o barco desde las islas vecinas. El menú incluye clásicos de Nobu como el bacalao negro con miso, así como opciones locales como la langosta de Barbuda.

Los precios son al estilo neoyorquino: un pedido de solomillo de ternera con teriyaki, por ejemplo, cuesta 66 dólares (mil 350 pesos).

El Nobu Beach Inn se está construyendo en el sitio del K Club, cuya propietaria, la diseñadora de moda italiana Mariuccia Mandelli, fundó la casa de modas Krizia y es a quien se le atribuye la invención de los shorts cortísimos conocidos como hot pants. Aunque las antiguas estructuras fueron destruidas por el huracán Irma en 2017, queda el esqueleto de la piscina, que se reconstruirá y se embellecerá para el nuevo hotel.

La casa de De Niro no está muy lejos —perteneció al arquitecto del K Club—, por lo que acude a menudo para revisar los planos y consultar con su equipo el diseño y la decoración.

Oposición local

El huracán Irma dañó 90 por ciento de las estructuras de Barbuda, lo que obligó a todos sus residentes —menos de 2 mil personas— a evacuar temporalmente a Antigua. Esto retrasó los planes de De Niro, pero también abrió la puerta al desarrollo a una nueva escala en la isla, y a las críticas que vinieron con ello.

Aunque el actor defendió la causa de Barbuda ante las Naciones Unidas en 2017, pidiendo la ayuda del mundo para reconstruir la isla, él y sus socios, así como otros promotores que han emprendido ambiciosos proyectos, se han enfrentado a una vehemente oposición local. Los críticos han acusado particularmente a Paradise Found de explotar el desorden político, violar el espíritu de la normativa sobre el uso de suelo de Barbuda y llevar a cabo una apropiación de tierras tras el huracán.

Los socios hicieron hincapié en que cuentan con el beneplácito del gobierno, que este otoño demostró su entusiasmo por el desarrollo a los extranjeros abriendo un nuevo aeropuerto internacional de 14 millones de dólares para aviones privados y pequeños aviones chárter.

“Es un lugar estupendo al que la gente de la Costa Este o incluso de un lugar como Chicago puede volar el fin de semana”, expresó De Niro.

Robert De Niro y sus socios afirman que han estado trabajando para garantizar que el complejo se construya respetando el ecosistema de Barbuda, además de fortificarlo contra futuros huracanes.

“Estamos aplicando las lecciones de Irma a la forma en que estamos construyendo esta propiedad”, explicó Katy Horne, directora gerente de Paradise Found.

El diseño y la construcción se ajustan a las normas del código de construcción para huracanes de Miami-Dade, y los edificios de una planta están alejados de la llanura aluvial. Las dunas, junto con los manglares y otra vegetación, servirán de protección contra los vientos y mareas, dijo.

Privacidad, el lujo supremo

En su último papel, en una miniserie de Netflix titulada Día cero que se emitirá en febrero, De Niro interpreta a un ex presidente estadunidense en una carrera contrarreloj para descubrir a los responsables de un ciberataque devastador antes de que vuelvan a atacar.

Aquí en Barbuda, en noviembre, el actor dirigía un recorrido por las obras de su hotel, junto con Shamoon, Horne y Trevor Horwell, director ejecutivo de Nobu Hospitality.

El hotel tendrá 36 habitaciones en 17 bungalows para huéspedes, así como 25 villas privadas frente al mar que podrán alquilarse a huéspedes a discreción de los propietarios.

Todas las unidades tendrán piscinas privadas y un paisaje tan exuberante que los huéspedes se sentirán “como si estuvieran en su propia propiedad”, aseguró Horne.

En cuanto a las villas privadas, su tamaño oscilará entre 418 y 557 metros cuadrados, y estarán rodeadas por una zona ajardinada de siete metros a ambos lados para ofrecer una privacidad total. Pronto estarán a la venta, con un precio de 12 millones de dólares o más cada una.

El complejo tendrá todos los accesorios que la clase de lujo espera, incluido un miembro del personal dedicado a cada grupo, cuyo trabajo consistirá en “supervisar cada detalle de su estancia y diseñar experiencias personalizadas”, explicó Horne.

Ningún huésped tendrá que “competir por la atención de un camarero —confirmó Shamoon—. La idea es que estés en casa, no en un hotel, y que estés donde estés puedas hacer lo que quieras”.

Cuando se inaugure el hotel, compartió De Niro, los visitantes pueden esperar verlo por la propiedad, igual que podrían toparse con él en el Hotel Greenwich de Nueva York, con su íntima biblioteca y su patio cerrado.

“Queremos la misma sensación acogedora, pero en versión isleña. Un lugar que sea cómodo, donde todo el mundo quiera reunirse”, aseguró el actor. 

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