Su familia quería un cachorrito y Alicia Barnett buscó uno inteligente, constante y un tanto misterioso. En lo posible con la personalidad -y el nombre- de su nuevo ídolo.
Es así que el nuevo Labrador color chocolate de Barnett fue bautizado “Mueller”, en homenaje al estoico fiscal especial que investiga la interferencia de Rusia en las elecciones del 2016 y el papel que puede haber tenido la campaña de Donald Trump en esa intromisión.
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Para demócratas de corazón como Barnett, Robert Mueller ha pasado a ser casi un ídolo desde su designación en mayo del 2017. Para ellos representa la calma en medio de la tormenta, una luz de esperanza de que una presidencia que consideran deshonrosa pueda sufrir pronto algún tipo de consecuencia.
“Nos hace pensar que no todo está perdido“, dice Barnett, quien vive con su familia y con Mueller -el cachorrito- en Kansas City, estado de Kansas. “Admiro su mística. Admiro el hecho de que todavía no he escuchado su voz. Es alguien que puede estudiar todo este lío y ofrecer una explicación racional que todo el mundo encuentre sensata”.
El fiscal especial, un republicano de 74 años, ex marine y ex director del FBI, incluso inspira objetos de arte y artesanías. Se pueden comprar cuadros, velas y decoraciones alusivas a Mueller. Collares, aros y cadenitas. Un muñeco de Mueller como Superman. Hasta un dibujo de su corte de cabello para colgar en la pared.
“Obsérvelo por tres minutos y notará una sensación de calma”, dice el artista, Wayne Shellabarger, de Oakland, California, que cobra 10 dólares por el dibujo.
Muchos partidarios de Trump detestan a Mueller y lo acusan de estar enfrascado en una “caza de brujas”, como dice el presidente. Pero también tiene numerosos admiradores que lo veneran. Barnett lo imagina como las patas de un pato: Patalean heroicamente para mantenerse a flote, pero lo hacen debajo del agua, fuera de la vista de todos.
Karen Adler, artesana de Placerville, California, que vende una taza de café en la que Muller es presentado como un santo, describe al fiscal como un personaje “digno de Paul Bunyan”, un forzudo leñador del folclore estadunidense capaz de hacer los trabajos más extenuantes. Shellabarger lo asocia con la criatura mística conocida como “Bigfoot” (Pie Grande).
Mueller no ha dicho una sola palabra, no ha dado una sola entrevista y de su oficina no se filtra información, lo que contribuye a aumenta su aura.
Cuando Kim Six publicó en Facebook un tejido suyo en punto cruzado en homenaje a Mueller, algunos le dijeron que no mezclara su trabajo artesanal con la política. El tejido tenía la inscripción MAGA, en alusión a la frase que acuñó Trump “Make America Great Again” (Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande). Pero ella asoció las siglas con la frase “Mueller Ain´t Going Away” (Mueller no se va a ninguna parte).
Six, de la Bay Area de California, dice que su esposo es “un gran admirador de Trump”. Agrega que ambos respetan sus diferencias y que los estadunidenses deberían hacer lo mismo. Para ella, Mueller representa un sector intermedio donde reinan los hechos, que no está contaminado por las diatribas ideológicas que dominan el discurso político.
“Pongamos los hechos sobre la mesa”, dice Six. “Y dejemos que esta persona imparcial nos diga cuál es la verdad. No inventos, la verdad”.
Se imagina que las conclusiones del informe serán tan fuertes que el Congreso y el electorado tendrán que hacer algo. Pero le da la sensación de que a medida que las investigaciones se prolongan --ya hay 34 imputados y cinco personas condenadas a prisión-- la gente se atrinchera en sus rincones y tratan de acomodar los hechos a sus visiones políticas.
Ahora duda que la investigación tenga mucho impacto.
“Qué inocente que fui”, comenta. “Me temo que, pase lo que pase, los bandos van a tergiversar todo. Ya no sé si va a ser el salvador que todos esperábamos”.
Carmen Martínez también tiene sus dudas. Ella y su socia vendieron 500 arreglos de Navidad y aros con el rostro de Mueller en Nueva York. Generalmente reciben muchas órdenes cada vez que el equipo de Mueller genera noticias: algún imputado, alguna sentencia. Martínez lo consideraba la persona que podía sacar al país del caos con la verdad y pensaba que su informe haría que todo el mundo le diese la espalda a Trump.
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Martínez, quien es una migrante peruana, se sintió escandalizada por la política de separar a los hijos de sus padres en la frontera con México y empezó a preguntarse: Si las imágenes de niños enjaulados no hace cambiar de opinión a la gente, ¿qué puede hacer el informe de Mueller, que son solo palabras sobre un papel?”.
jos