Rodolfo Hernández puede sorprender en segunda vuelta electoral en Colombia

Este domingo muchos votarán por él como la única opción-conjuro para evitar la llegada de Petro y de la izquierda al poder.

Rodolfo Hernández, el candidato a la presidencia de Colombia | AFP
Horacio Besson
Ciudad de México /

El candidato a la presidencia de Colombia, Rodolfo Hernández, que este domingo puede dar una sorpresa a la segunda vuelta electoral y dejar atrás a Gustavo Petro, aspirante de la izquierda, hasta hace unas semanas favorito, causó controversias.

Fue al declarar que si algún día los pobres “deciden atacarnos no van alcanzar los árboles para que nos cuelguen” como presume su estrategia para acabar con el narcotráfico: “Si a los adictos les entregamos la droga gratis, ya sea intravenosa, por aspiración u oral, se acaba la demanda. Nadie volverá a comprar porque se la regalan y así la oferta se acaba y se acabó la droga”.

En sus propuestas para solucionar los problemas, atiza aún más la controversia. Por ejemplo, sobre “los pobres”, asegura: “Necesitamos vivir como hermanos, yo no estoy diciendo que iguales; iguales nunca vamos a ser, eso es imposible”.

Por ese desparpajo provocador, por su fortuna como empresario (100 millones de dólares) y porque al principio de la carrera electoral rumbo a la primera vuelta Hernández presentaba un perfil desdibujado en las preferencias (para marzo 20, el promedio de las encuestas le otorgaba 10.2 por ciento) no es raro que lo llamen el “Trump colombiano”.

Fuera de molestarle la comparación, la capitaliza. “Me da risa. Imagínese: soy un limosnero al lado de Trump. ¿Cómo voy a preocuparme? Simplemente, si para el universo y los críticos Trump fue un factor de mejoramiento de condiciones de vida de los americanos, y por eso me comparan, yo feliz”, respondió a la revista Semana.

Pero como Trump, también tiene fama de mal carácter. Es celebre la bofetada que le propinó a un concejal cuando era alcalde de Bucaramanga mientras le gritaba “mientes hijueputa”.

Y es que aunque siempre mantuvo un alto índice de aceptación como alcalde (terminó con 84 por ciento de popularidad), tiene un juicio abierto sobre contrataciones indebidas que involucran a uno de sus hijos (que provocó su airada reacción contra el concejal).

“Viejito pero sabroso”

Nadie apostaba por Hernández; durante semanas, pocos se fijaron en él. Las miradas estaban concentradas en Petro y en el candidato del establishment, Federico “Fico” Gutiérrez.

Pero poco a poco, el desconocido, el outsider, empezó a subir en los sondeos para al final desbancar a Gutiérrez y colarse a la segunda vuelta electoral donde hoy, la gran mayoría de las encuestas lo ponen a la cabeza, aunque en empate técnico, como reflejo del hartazgo de los colombianos por sus políticos “de siempre”.

Millonario, casi octogenario -tiene 77 años-, Hernández ha capitalizado el tema de la corrupción para potencializar su candidatura y exponerla con humor, mucho sarcasmo y a través de las redes sociales.

Gran parte de la batalla electoral se ha dado en TikTok. Ahí, Petro y Hernández se esfuerzan en complacer al cibernauta a veces con contenidos más de comedia y música que de propuestas.

Y de algo les ha funcionado: 12 millones de “me gusta” en la cuenta de Petro y 4.8 millones en la del “Ingeniero”. Eso sí, hay matices: mientras el aspirante de la izquierda tiene como lema “Haremos de Colombia una potencia mundial de la vida”, Hernández presume ser “Viejito pero sabroso”.

La diferencia entre likes no debe confundir. Lo saben muy bien los estrategas de Petro: Hernández tiene un par de meses que subió como espuma en las preferencias electorales mientras que el ex miembro de la guerrilla M-19 ha estado en la palestra política de toda Colombia desde al menos 2006 como senador y después, en 2011, como alcalde de Bogotá.

Su estrategia implica desmarcarse de la clase política mientras relaciona a Petro con ella: “La elección es simple. Votar por alguien que esté controlado por los de siempre, o votar por mí que no estoy controlado por nadie” tuiteó el miércoles.

Al final, Hernández representa una especie de dique para contener muchos de los miedos y hartazgos de buena parte de la sociedad colombiana, desde la corrupción, un gobierno ineficaz y, sobre todo, las garras del comunismo que por décadas desató una sanguinaria lucha de guerrillas.

Y algo sabe Hernández de esa confrontación al denunciar que en 2004 su hija Juliana fue secuestrada por las FARC sin saber nunca más de ella.

Este domingo muchos votarán por él como la única opción-conjuro para evitar la llegada de Petro y de la izquierda al poder que, de alguna manera, representan, según se encarga Hernández en remarcar, al mundo de los políticos que viven del erario y al viejo fantasma de la violencia.

Sin embargo, Colombia no es ajena a esa ola de polarización y confrontación que viven muchas naciones del mundo: Petro, con la mitad de las preferencias según los sondeos, también representa a un electorado joven harto de la corrupción y la pobreza, ávido de una oportunidad.

LG

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