Roma muestra al público los refugios de Mussolini

A partir de hoy se podrá realizar un recorrido por los tres búnkeres que mandó construir "Il Duce" para resguardarse de los ataques aéros durante la Segunda Guerra Mundial.

El primer fortín se ubica bajo un lago y mide 80 metros cuadrados.
África Albalá Soria
Roma /

El primer búnker que el dictador Benito Mussolini mandó construir en su residencia romana de Villa Torlonia para refugiarse de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial abre hoy sus puertas al público.

Hasta ahora, una entrada oculta entre la vegetación del complejo era el único indicio de este refugio que los visitantes podían observar al recorrer el que fue el domicilio de Il Duce entre 1929 y 1943.

En el interior del búnker, un angosto pasillo conducía a un exiguo servicio y un par de estancias, donde Mussolini dispuso en su día de un escritorio, un pequeño catre plegable y un teléfono para comunicarse con el exterior.

“Este refugio fue construido en 1940 en las antiguas bodegas de la villa, a cuatro metros de profundidad, y fue adaptado para proteger a Mussolini y su familia de posibles ataques enemigos durante la guerra”, explica el vicepresidente del Centro de Investigación Espeleoarqueológica (CRSA) Subterráneos de Roma, Alfonso Díaz.

Más allá de la aparente austeridad del recinto, de apenas 80 metros cuadrados, el refugio contaba con una sofisticada instalación de ventilación, un generador de electricidad, dos salidas de emergencia y puertas dobles que garantizaban la seguridad de los ocupantes en caso de ataques con gas.

Sin embargo, este recinto, escondido bajo un pequeño lago del complejo, pronto fue descartado por el Il Duce al no ofrecer las garantías de seguridad necesarias y mandó construir un segundo búnker.

“Una de las principales quejas de Mussolini con respecto al primer refugio era que el acceso se encontraba demasiado alejado del Casino Nobile, la zona de la villa donde vivía”, señala Díaz.

Este segundo búnker, que también puede visitarse durante el recorrido después de haber permanecido seis años cerrado, se sitúa bajo la residencia del dictador y ocupa las antiguas cocinas del domicilio.

“A tenor de los documentos encontrados, pensamos que este fue el único refugio de los tres que verdaderamente llegó a usar Mussolini para resguardarse de los bombardeos que asediaron Roma”, recalca Díaz.

Poco tiempo después, en pleno fragor de la guerra, este segundo refugio se reveló insuficiente a juicio de Mussolini y ordenó a los bomberos excavar un tercero, también abierto al público.

“El segundo refugio se situaba justo bajo el domicilio, lo que lo convertía en un blanco fácil para las bombas. Por eso, Mussolini encargó otro en el que se emplearan las últimas tecnologías en seguridad”, apunta el vicepresidente del CSRA.

Este tercer y último búnker, que nunca llegó a completarse, estaba situado a una profundidad de seis metros y contaba con un acceso desde el interior de la residencia de Il Duce.

Con unas paredes de hormigón armado de cuatro metros de espesor y dos salidas de emergencia, este refugio contaba además con un ala tecnológica que permitiría garantizar la seguridad y el bienestar del dictador y su familia.

“Este búnker se construyó con la tecnología más puntera de la época, ya que Mussolini quería emular a (Adolfo) Hitler y disponer de un lugar adecuado donde resguardarse”, subraya Díaz.

Además, la visita a los refugios presenta también reproducciones de las sirenas que sonaban en la ciudad cuando se producían los ataques aéreos y una emisión de radio de la época.

El recorrido ofrece, a través de paneles informativos y fotografías, documentación acerca de la familia Mussolini y de cómo vivieron la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

El público puede leer fragmentos de un diario de Mussolini o conocer detalles de la Operación Dux, el proyecto inglés para asesinar a Il Duce mediante el bombardeo de Villa Torlonia y Palazzo Venezia.

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