Moscú dio un paso más en su plan de invasión a Ucrania. Esta vez en el frente mediático y propagandístico, que suele apuntalar las acciones bélicas, al admitir que no se conformará sólo con las regiones prorrusas de Lugansk y Donetsk.
Ahora, se develó que Rusia tiene la intensión de tomar zonas mucho más extensas de la región del Donbás y así construir una conexión directa con la anexada Crimea. Y no sólo eso, pues aceptó que en la mira también está el sur del país invadido para unirlo con la región separatista de Transnistria, en la vecina Moldavia.
Si se observa el mapa, el proyecto de Vladimir Putin prácticamente deja a Ucrania sin salida al mar Negro, encerrado entre fronteras terrestres.
Pleno control
Desde el inició de la segunda fase de la operación especial, que comenzó hace dos días, una de las tareas del ejército ruso es “establecer el pleno control sobre el Donbás y el sur de Ucrania”, afirmó el comandante en funciones del Distrito Militar Central de Rusia, el general mayor Rustam Minnekeyev.
El dominio por completo de esas zonas “permitirá establecer un corredor terrestre a Crimea y ganar influencia sobre instalaciones vitales de la economía ucraniana y los puertos del mar Negro a través de los cuales se envían los productos agrícolas y metalúrgicos a otros países”, apuntó.
No sólo se trata de arrebatarle territorio, kilómetros de tierra, sino asfixiar económicamente a Ucrania; pues, sin salida al mar, las importaciones y exportaciones se reducen sustancialmente, al tener como única la opción la terrestre a través de Rumania, Hungría, a Moldavia, Eslovaquia, Polonia, Bielorrusia y la propia Rusia.
La mira rusa está puesta en la joya ucraniana: el puerto de Odesa, sin contar que Lugansk y Donetsk son las regiones industriales del país. Además, ese cinturón, reconoció Minnekeyev, implica una vía de acceder a Transnistria, “donde también se constatan los hechos de discriminación contra los residentes de habla rusa”.
Desde luego, Kiev reaccionó y calificó de “imperialismo” las intenciones que reveló Minnekeyev.
“Dejaron de ocultarlo. Hoy, el comando de saqueadores, violadores y asesinos rusos reconoció que el objetivo de la segunda fase de la guerra no es una victoria sobre los míticos nazis, sino simplemente la ocupación del este y sur de Ucrania”, señaló el Ministerio de Defensa de Ucrania.
Moldavia no se quedó atrás y convocó al embajador ruso en Chisináu, la capital.
Odesa: ahogo económico
Lo que ahora intentan descifrar diplomáticos y analistas internacionales es la verdadera intensión de Moscú tras las declaraciones de Minnekéyev y el riesgo real que tendría Moldavia y la salida ucraniana al mar Negro.
Andrew Roth, de The Guardian, señaló que los analistas se inclinan a que la declaración del general puede significar que Putin apuntaría “a la economía de Odesa en lugar de lanzar un ataque contra la ciudad”.
Esto implicaría, a decir de Michael Kofman, director del programa de investigación en el programa de estudios de Rusia en CNA, “presionar a Ucrania con el tiempo en el frente económico, incluso a través del bloqueo”.
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La importancia de Odesa reside, de a cuerdo con Deutsche Welle, a que es la principal base naval de Ucrania y el puerto de mayor infraestructura del país, en el que casi la mitad de las importaciones y exportaciones se manejan desde allí.
Matt Murphy, de la BBC, advirtió que no “está claro si los comentarios del general Minnekayev fueron sancionados oficialmente por el Kremlin, pero fueron ampliamente citados en los medios estatales rusos, incluidas las agencias de noticias Interfax y Tass”.
Lo que es un hecho es que hasta la madrugada de hoy, el Kremlin guardaba silencio al respecto.
Bombas de humo
Por su parte, Le Monde publicó que “varios expertos analizan esta declaración como ‘una distracción’ para desviar la atención del Donbas hacia el sur, al no contar Rusia con capacidad militar para lograr este objetivo”.
Es decir, Moscú busca intimidar a través de declaraciones que dejan entrever una voracidad mucho mayor a la antes anunciada por el propio Putin.
Hasta ahora, Washington, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y sus aliados han minimizado la capacidad de Moscú para lograr una victoria militar importante.
En un artículo de esta semana en The New Yorker, titulado ¿Es el ejército ruso un tigre de papel?, Isaac Chotiner entrevistó a Joel Rayburn, un coronel retirado del ejército y ex enviado especial de EU a Siria, miembro de New America, un grupo de especialistas en Washington.
En él, Chotiner le pregunta al coronel estadunidense si Moscú va a tener éxito en su operación en Donbás y el mar Negro.“Las fuerzas que tienen allí no se volverán efectivas de repente. Así que simplemente no lo veo (factible)”, respondió.
“Piense en reunir una fuerza de invasión de alrededor de 190 mil soldados y sacar esas tropas y el equipo que necesitaban de toda Rusia. Habrían tenido que estar desmantelando unidades, tropas, equipos, municiones, etcétera, sólo para construir la fuerza de invasión. Entonces, ¿qué les queda en su reserva estratégica? Simplemente no veo cómo pueden sostener todo este esfuerzo”, agregó.
Además, existe un factor externo: Turquía tiene la llave del mar Negro, la única salida al Mediterráneo y a los océanos; al dominar los estrechos del Bósforo y los Dardanelos y, de acuerdo con la Convención de Montreux, regula el tránsito de buques de guerra de otros países a su paso.
Ankara es miembro de la OTAN y, aunque el pragmatismo ha hecho que ambas naciones tengan buena relación en las últimas décadas, desde el siglo XVI ha entrado en guerra con Rusia 12 veces.
LP