De Siria a Gaza, en Ucrania o en el Sahel, la prioridad de las organizaciones no gubernamentales (oenegés) sigue siendo la ayuda humanitaria, pero garantizar la seguridad de sus trabajadores preocupa cada vez más ante los peligros a los que se enfrentan en estas zonas de conflicto.
- Desde principios de octubre, la guerra entre Israel y Hamás es mortífera para el personal humanitario.
En Gaza, tres integrantes de Médicos Sin Fronteras (MSF) murieron en un ataque contra el hospital al Awda, otro de Médicos del Mundo (MDM) murió junto a su familia en el bombardeo de su edificio, y auxiliares de la Media Luna Roja perdieron la vida en sus ambulancias.
Trabajadores humanitarios también son víctimas
Más de un centenar de empleados de Naciones Unidas también han muerto. "La mayor cifra de trabajadores humanitarios de la ONU muertos en un conflicto en tan poco tiempo", según su secretario general, António Guterres.
- Los riesgos "superan la comprensión", denunció en agosto un informe de MDM, Acción Contra el Hambre y Handicap International.
En 2022, 444 trabajadores humanitarios fueron muertos, heridos o secuestrados en el mundo, según la base de datos británica Aid Worker Security (AWSD).
Para Lea Gauthier, jefa de acciones humanitarias en MDM, la guerra en Siria, que ha dejado al menos 500 mil muertos desde 2011, cruzó la "línea roja", pisoteando el derecho internacional humanitario instaurado en 1949 para proteger a los civiles.
"Del lado del enemigo"
Raphael Pitti, formador en medicina de guerra de la ONG Mehad (antigua UOSSM), indicó:
"Durante la Primera Guerra Mundial, 80 por ciento de los muertos eran soldados, y el resto la población. Hoy, esta cifra se invirtió completamente. Hablamos más bien de 80 por ciento de civiles y 20 por ciento de soldados".
Los trabajadores humanitarios, mezclados entre la población, sufren los ataques sin ser blanco directo: "Hoy en día, cuando uno ayuda en zonas conquistadas por rebeldes o un régimen, pueden considerar que está del lado del enemigo", lamenta Pitti.
Los hospitales también se convirtieron en objetivos. En Siria, "el personal médico es detenido, torturado y matado", llegando a cerca de mil muertos. Y en el este de Ucrania, "mil 600 estructuras de salud han sido destruidas".
Deepmala Mahla, jefa humanitaria global de CARE International, añadió:
"En ciertos lugares, como Gaza o Etiopía, la hambruna se utiliza como arma de guerra, y no está bien visto que las oenegés intenten ayudar a personas que pasan hambre".
Escoger bien a sus equipos es otra de las claves, afirma Michael Neuman, director de estudios del Centro de reflexión sobre la acción y el conocimiento humanitario (Crash) de MSF.
En el Sahel, donde los trabajadores humanitarios son agredidos por su dinero, sus medicamentos o secuestrados para obtener un rescate, la oenegé contrata a su personal localmente porque es "difícil operar cuando eres francés o blanco" en esta zona de África, confiesa.
EDD