Con los arreglos florales impecables, las carreteras cercadas y varios secretos bien guardados, Singapur preparaba desde ayer los escenarios de la histórica cumbre del martes próximo entre el presidente estadunidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, que tiene en vilo a esta ciudad-estado asiática.
“Lo siento, no puede pasar”, repetía pacientemente un guardia a cada periodista que se acercaba al hotel Capella, el lujoso complejo que el día doce de este mes acogerá la primera reunión de la historia entre los líderes de Estados Unidos y Corea del Norte.
Al complejo hotelero de cinco estrellas, ubicado en la exclusiva isla de Sentosa, solo pueden acceder los huéspedes del establecimiento, cuyas 112 habitaciones ya estaban reservadas antes de que la Casa Blanca anunciara la sede del encuentro el pasado martes.
“No podemos dar detalles” sobre los preparativos para la cumbre, asegura el gerente general del hotel Capella, Fernando Gibaja. “La confidencialidad de nuestros huéspedes y la seguridad son nuestra prioridad absoluta”, argumenta a través de un correo electrónico.
El complejo, formado por cuatro edificios de la época colonial británica y un ala moderna diseñada por el connotado arquitecto británico Norman Foster, está rodeado de una exuberante selva en la que, se dice, los soldados ingleses enterraron un tesoro de plata durante la Segunda Guerra Mundial.
Esa densa vegetación será este martes una garantía de privacidad para Trump y Kim, para frustración de fotógrafos, camarógrafos, reporteros y curiosos que desde ayer buscaban tomar una imagen.
¿DÓNDE DORMIRÁN?
A unos diez kilómetros al norte del hotel Capella, otros dos hoteles de lujo atraían los flashes mediáticos, espoleados por los rumores de que allí se hospedarán Trump y Kim.
En las inmediaciones del Shangri-La, que acoge anualmente un foro de seguridad y en 2009 hospedó al entonces presidente Barack Obama, varios carteles advertían de controles de seguridad entre el domingo y el jueves, y un equipo retocaba las columnas de la entrada con pintura fresca.
Ese era, según varios informes de prensa, el hotel elegido por Trump y su delegación, pero las cosas estaban menos claras en cuanto al hospedaje de Kim Jong-un.
En los medios de prensa locales cobraba fuerza el rumor de que el líder norcoreano se hospedaría en el Saint Regis, un lujoso establecimiento situado a menos de un kilómetro de distancia del hotel que, supuestamente, acogerá a Trump.
Ayer por la tarde, un equipo hacía obras en el estacionamiento de ese hotel bajo los focos de los cámaras de televisión, que montaban guardia tras circular la noticia de que había aterrizado en la isla un avión procedente de Pionyang, en el que habría viajado parte de la delegación norcoreana.
Kim, cuya fecha de llegada a Singapur se desconocía anoche, está muy preocupado por su seguridad en este viaje, el más largo que ha hecho desde que llegó al poder en 2011.
Los norcoreanos también estaban inquietos por las facturas del hospedaje aunque al menos dos entidades, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) y la compañía estadunidense HotelPlanner.com, se han ofrecido para sufragarlas.
Si finalmente se queda en el Saint Regis, Kim podrá disfrutar de una extensa colección privada de arte, que incluye obras de los españoles Pablo Picasso y Joan Miró, y tiene en la entrada una escultura del colombiano Fernando Botero.
Esta semana se instaló en el vestíbulo un arreglo floral formado por anturios, una planta tropical de hoja roja que, casualmente o no, adorna también la entrada del hotel de Trump.
CLAVES
“OCASIÓN ÚNICA”
Donald Trump estimó que su encuentro con Kim es “una ocasión única” para lograr un acuerdo nuclear con Corea del Norte, que “no volverá a ocurrir”.
El magnate se dijo “realmente confiado” ante el próximo encuentro con Kim pues Pionyang ha “trabajado muy bien”.
“¿Cuánto tiempo hará falta para saber si son serios o no? Pienso que puede ser desde el primer minuto”. Aunque, advirtió, “hay una fuerte posibilidad de que no funcione”.