¿Táctica de intimidación, expansionismo, codicia por los abundantes recursos acuíferos?. Sin duda, hay un poco de todo eso en la sorprendente idea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de anexionar Canadá.
Este proyecto inédito supone que la primera potencia mundial absorba a un país de más de 40 millones de habitantes y de más de 10 millones de kilómetros cuadrados, que además es uno de sus aliados históricos.
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"Es uno de esos asuntos que (Donald Trump) piensa que estaría bien conseguir, pero entiende que es una posibilidad muy remota. Su retórica apunta en especial a colocarse en una posición de negociación dura e imprevisible", opinó Todd Belt, profesor de ciencias políticas en la universidad George Washington.
El martes, el republicano, de 78 años, insistió en su plataforma Truth Social en que la "única cosa sensata" que Canadá puede hacer es unirse a Estados Unidos.
Describió un futuro radiante para los habitantes de un hipotético estado 51, que según Trump se ahorrarían aranceles, pagarían menos impuestos y vivirían más seguros. En Canadá, la idea del magnate del sector inmobiliario y ahora mandatario estadunidense ya no hace reír a nadie.
Frontera "artificial"
"Es lo que quiere", había asomado la semana pasada el primer ministro saliente de Canadá, Justin Trudeau. Trump busca "que caiga la economía" para después "poder anexionar" el país, afirmó.
La idea de Trump ha generado una fuerte hostilidad en Canadá, donde ahora el himno estadunidense es abucheado en algunos eventos deportivos.
Según la encuestadora Leger, 33 por ciento de los canadienses tenían una opinión positiva de Estados Unidos en marzo. La cifra viene en caída, pues era de 52 por ciento en junio de 2024. Según ese mismo sondeo, 77 por ciento de los encuestados dijo tener una buena opinión de la Unión Europea y 75 por ciento de Reino Unido.
Trump volvió a decir el martes que la frontera entre ambos países es una "línea artificial que parece haber sido trazada con una regla".
"Si la quitan y miran ese magnífico conjunto de Canadá y Estados Unidos, no hay nada en el mundo que se le parezca", dijo Trump, quien desde su investidura muestra un gran interés por los mapas.
Por ejemplo, en el salón Oval de la Casa Blanca expone un mapa gigante del 'Golfo de América', como renombró por decreto al Golfo de México.
"Estas ideas de expansión territorial (Groenlandia, Canadá, el canal de Panamá) surgieron luego de su elección, y creo que alguien ha debido meterle en la cabeza que los grandes presidentes dejan su marca en la Historia agrandando" el país, indicó Belt.
Agua
De acuerdo con The New York Times, Trump puso en tela de juicio la validez del tratado de 1908 sobre el trazado de la frontera durante una conversación con Trudeau en febrero.
El presidente estadunidense, que también se interesa mucho en los grandes recursos hídricos, habría criticado los acuerdos que regulan el acceso al agua entre ambos países.
La frontera entre Estados Unidos y Canadá pasa al este por grandes lagos y al oeste corta el río Columbia, cuyas aguas son objeto de un tratado internacional detallado.
Una guerra comercial entre Estados Unidos y Canadá es "una amenaza existencial" para los canadienses, señaló Ian Lee, profesor de economía de la universidad Carleton de Ottawa.
"Pero poco importa cuánto gritemos, aullemos, rabiemos de cólera, eso no cambia la realidad" es decir que "somos el ratón y (Estados Unidos) un elefante", estimó el experto. Un fatalismo que no comparte el futuro jefe de gobierno canadiense, Mark Carney.
"Que los estadunidenses no se equivoquen. En el comercio como en el hockey, Canadá ganará", dijo el domingo. El miércoles, Ottawa anunció nuevos aranceles a ciertos productos estadounidenses con el fin de responder a las tasas "injustificadas e irrazonables" de Donald Trump sobre el acero y el aluminio.
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