Con pantalones cortos y lentes protectores, cuatro hombres colocan un palanquín con una deidad de la fortuna en sus hombros, y atraviesan una nube de petardos dirigidos hacia ellos, una tradición que marca el fin del Año Nuevo lunar en Taiwán.
La insólita celebración es conocida como "el bombardeo del maestro Han Dan" y se practica desde hace más de un siglo en Zhunan, en el noroeste de la isla.
La tradición consiste en lanzar petardos sobre una divinidad y sobre los que la cargan, con riesgo de resultar heridos. La fiesta nació tras una epidemia de peste, explica Chen Chien-long, encargado del comité organizador.
"Maestro Han Dan bajó del cielo y le dijo a la gente: 'Deben bombardear la peste con petardos'", prosigue. "Los petardos también le dieron calor a maestro Han Dan, que temía el frío", cuenta.
Desde entonces, maestro Han Dan es una deidad de la buena fortuna y las pequeñas detonaciones se consideran de buen augurio.
"Cuantos más petardos lancemos, más prósperos seremos", dice Chen.
La celebración suelen tener lugar el día 15 del Año Nuevo lunar y este año se desarrollaron el sábado, con cientos de espectadores observando el acto.
Linternas iluminan el cielo de Taiwán:
Tapándose los oídos para protegerse de las fuertes explosiones, intentaron grabar la escena con sus teléfonos inteligentes.
A su lado, unas personas vestidas de amarillo con sombreros, guantes y máscaras protectoras encendieron los petardos y los lanzaron contra la procesión.
En el centro, cuatro hombres cargaban la divinidad en sus hombros, decorado con algunas hojas de palma. Los responsables de cargar maestro Han Dan también traían una escoba para ahuyentar a los malos espíritus.
Uno de ellos, Chao Jen-hao, contó que siguió una dieta vegetariana y evitó todo pecado durante tres días con el fin de prepararse al evento.
"Para mí, cargar el palanquín es mostrar mi dedicación", declaró, insistiendo en que "no hay dolor" cuando las explosiones de los petardos rozan su piel tatuada. "Mientras mi corazón esté con el maestro Han Dan, todo irá bien", afirmó el joven de 28 años.
Lien Chong-liang, en cambio, explicó que caminar en la procesión es como "estar en medio de un tiroteo". Pero "no temo nada", dijo el hombre, de 63 años y que lleva 15 años cargando la divinidad.
"Obviamente habrá algunas heridas en el cuerpo, es normal. Pero para mí no es grave", sostuvo.
SNGZ