Teatralidad del techo de la deuda es dañina para EU

De acuerdo con expertos, en las últimas tres décadas, el límite ha desencadenado batallas políticas durante las cuales algunos legisladores utilizan la votación sobre el techo de la deuda para intentar desacelerar el crecimiento del gasto federal.

Actualmente, el techo de deuda se encuentra en 31.4 billones de dólares. | Jaime Zambrano/Archivo
Martin Wolf
Londres /

¿Cómo evaluar la posibilidad de un incumplimiento de pagos voluntario por parte del país más importante del mundo? ¿Es probable que ocurra algo tan descabellado? ¿Qué consecuencias puede tener? Estas preguntas son imposibles de responder. Y no porque se trate de un “cisne negro”, es decir, inimaginable. 

Un impago de la deuda de Estados Unidos entra en una categoría de “incógnitas conocidas”, de acontecimientos imprevisibles de alto impacto. La crisis financiera que se vivió entre 2007-2009, la pandemia de covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania fueron de este tipo.

Estos acontecimientos son imposibles de predecir debido a su rareza y a la complejidad de sus causas. No sabemos lo suficiente para predecir cuándo y de qué forma surgirá la próxima pandemia, cuándo y dónde alguien iniciará una guerra o si los políticos estadunidenses destruirán el crédito acumulado por su país durante siglos; sin embargo, sabemos que esas conmociones ocurren, forman parte de nuestra realidad.

Entonces, ¿qué pasa con esta amenaza concreta? No es normal que un país tenga un presupuesto legislado y una autorización separada para la deuda que este presupuesto conlleva. En el caso de Estados Unidos, esto fue producto de las necesidades de la guerra: antes de 1917, el Congreso tenía que autorizar cada préstamo individual. Hasta ahora, el techo de la deuda estadunidense siempre se ha elevado cuando ha sido necesario. Al parecer, esto ya ocurrió alrededor de 90 veces.

Las personas sensatas llegarán a la conclusión de que el techo es un sinsentido, pero no es irrelevante. Cada vez más, los republicanos consideran el límite como una ventaja de negociación sobre el gasto, pero no, hay que subrayarlo, sobre los déficits causados por los recortes fiscalesEstaban contentos con esto último bajo los gobiernos de George W. Bush y Donald Trump. 

Así como señala un “explicador” de la Brookings Institution: “En las últimas tres décadas, el límite ha desencadenado batallas políticas durante las cuales algunos legisladores utilizan la votación sobre el techo de la deuda para intentar desacelerar el crecimiento del gasto federal”.

Esto ocurrió con Barack Obama en 2011 y con Joe Biden en 2021, antes de que el techo de deuda se elevara a 31.4 billones de dólares, nivel en el que se encuentra ahora. La necesidad de elevarlo una vez más se volvió muy urgente porque el gobierno federal puede quedarse sin dinero en junio.

¿Puede producirse un incumplimiento de pagos? La respuesta es sí. Una de las razones es que los partidos están muy alejados. Las propuestas de los republicanos impondrán un recorte de 47 por ciento en el gasto discrecional real total no militar entre 2024 y 2033. Se trata de una enorme brecha que cerrar, aunque el ambiente mejore. 

La otra razón es que los principales participantes pueden sentir que carecen de incentivos para llegar a un acuerdo mutuo. Los republicanos son muy discordantes, algunos tienen opiniones muy radicales y muchos parecen pensar que incluso un desastre económico solo perjudicará a la administración. Mientras, los demócratas pueden pensar que hacer concesiones en el gasto es demasiado doloroso. Cuando ocurren juegos de la gallina como este, se producen colisiones.

Algunos tienen la esperanza de que esto todavía se pueda manejar, al menos durante algún un tiempo. El plan de 2011 habría implicado mantener los pagos de intereses y de capital, pero retrasar los pagos a agencias, contratistas, beneficiarios de la seguridad social y proveedores de Medicare. Las propuestas más radicales implican una moneda de platino de un billón de dólares o recurrir a la decimocuarta enmienda, que establece: “La validez de la deuda pública de Estados Unidos, autorizada por ley… no será cuestionada”. Con la Corte actual, hay que dudar de que esto funcione.

Pensemos en todas las personas, instituciones y países que mantienen los bonos del Tesoro estadunidense como los activos más seguros y líquidos del mundo. Incluso una breve interrupción de los pagos puede ser devastadora para la confianza, no solo en los bonos del Tesoro, sino en los mercados de capitales. La posibilidad de un incumplimiento de pagos puede considerarse irreal. La experiencia de un impago será demasiado real.

Más allá de eso, será una gran sacudida para la confianza en Estados Unidos. Michael Strain, del American Enterprise Institute, con tendencia conservadora, afirma que “los líderes extranjeros y los inversionistas mundiales mirarán a la Unión Americana y verán un retrato fulminante. En este sistema roto, muchos funcionarios electos no respetan los resultados de unas elecciones presidenciales y permiten que las diferencias políticas e ideológicas se interpongan en el cumplimiento de las obligaciones financieras del gobierno. Los inversionistas lo pensarán más a la hora de asignar capital a entidades estadunidenses, y el papel de Estados Unidos como faro de los valores liberales se verá debilitado”.

Incluso si en esta ocasión se evita lo peor, la repetición de este juego aumenta las probabilidades de que se produzca el colapso. Glenn Hubbard, antiguo jefe del Consejo de Asesores Económicos de Bush, hizo sugerencias razonables. Lo que se necesita es una solución a largo plazo, en la que la teatralidad del techo de deuda se sustituya por una elaboración del presupuesto coherente a largo plazo.

En contra está que los esfuerzos de los presidentes demócratas por reducir los déficits previstos le permitieron a los republicanos recortar los impuestos cuando volvieron al poder. ¿Habrá voluntad para poner las necesidades del país por encima de las ventajas partidistas? Tampoco se trata de un fracaso por igual. Los republicanos tienen gran parte de culpa. Ellos utilizan las amenazas de incumplimiento de pagos para lograr recortes en el gasto y en los impuestos, en lugar de en el déficit, para lo que han sido incapaces de conseguir victorias electorales decisivas.

Al final, “es la política, estúpido”. La única razón por la que un incumplimiento de pagos es concebible es por la profundidad del desacuerdo en el país y, por tanto, en el Congreso. Si Estados Unidos estuviera menos dividido, el techo de la deuda no importaría. Mientras continúen estas divisiones, también lo hará la amenaza de un impago de la deuda. Incluso si se llega a un acuerdo temporal, es probable que la amenaza vuelva pronto.


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