El secretario de Estado estadunidense, Rex Tillerson, y el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, mantenían en Moscú unas conversaciones cruciales para el futuro de las relaciones entre ambas potencias, luego de intensos cruces de declaraciones sobre el conflicto en Siria.
El presidente ruso Vladimir Putin dijo en una entrevista televisiva, mientras se celebraba la reunión, que el "grado de confianza" entre los dos países se había deteriorado desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Los responsables de ambos países se enfrentaron en declaraciones en los últimos días sobre el presunto ataque químico en la ciudad de Jan Sheijun y tras el cambio de posición del presidente estadunidense al ordenar el primer bombardeo contra el ejército sirio desde el inicio del conflicto hace seis años.
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Al comienzo del encuentro, Lavrov dijo querer comprender "las verdaderas intenciones" de Estados Unidos en materia de política internacional, con el objetivo de evitar una "repetición" del bombardeo estadunidense en Siria y de trabajar en la creación de un "frente común contra el terrorismo".
"Nuestra línea de mando se basa en el derecho internacional y no en una elección del tipo 'con nosotros o contra nosotros'", declaró el ministro.
Tillerson, por su parte, dijo querer un diálogo "abierto, franco y sincero" destinado a "aclarar más los objetivos e intereses comunes" y las "claras diferencias" en el planteamiento de los dos países sobre los principales dossieres.
Esta primera visita en Rusia de un alto responsable de la nueva administración estadunidense debe servir para asentar las bases de la "normalización" de las relaciones entre los dos países, prometida por Donald Trump durante su campaña electoral.
Pero el presunto ataque químico en la ciudad de Jan Sheijun y el bombardeo estadunidense que le ha seguido provocó nuevas tensiones entre ambas potencias.
'Provocaciones'
Los responsables estadunidenses criticaron el fuerte apoyo de Rusia al presidente sirio Bashar al Asad.
El secretario de Defensa, James Mattis, estimó que no había "duda" de que el régimen de Bashar al Asad era el responsable del ataque químico del 4 de abril, que causó 87 muertos, incluido decenas de niños, en la provincia rebelde de Idlib, al noroeste de Siria.
Anteriormente, un alto responsable de la administración estadunidense, que no reveló su identidad, acusó a Moscú de "sembrar la confusión" sobre el papel del régimen sirio en el presunto ataque químico para intentar culpar a los rebeldes o a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
El presidente Vladimir Putin, por su parte, repitió en una entrevista en la televisión MIR, que no veía ningún elemento que probase la responsabilidad de Damasco.
Rusia mantiene una línea que exculpa al régimen sirio: hay que mirar hacia los rebeldes, ya que el ejército sirio desmanteló su arsenal de armas químicas bajo supervisión internacional.
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Putin advirtió así de las "provocaciones" en preparación de los rebeldes que utilizarían armas químicas para después poner en entredicho a Damasco.
AFC