Un año antes de que un niño de 14 años fuera arrestado por supuestamente abrir fuego en su clase de matemáticas de la escuela secundaria en Winder, Georgia, el 4 de septiembre de 2024, matando a dos maestros y dos estudiantes, las autoridades visitaron su casa para investigar varias denuncias anónimas sobre amenazas en línea para cometer un tiroteo en la escuela.
Cuando entrevistaron al chico, que en ese momento tenía 13 años, este negó haber hecho las amenazas. El padre dijo a la policía que había armas de caza en la casa, pero que el chico no tenía “acceso sin supervisión ” a las armas.
El FBI dijo en un comunicado el día del tiroteo que “no había causa probable para un arresto” y que la policía local “alertó a las escuelas locales para que siguieran vigilando al sujeto”.
Una semana antes del tiroteo, los profesores de la escuela habían recibido tarjetas de identificación especiales con botones de pánico.
Si bien las autoridades atribuyen a las tarjetas de identificación el mérito de haber evitado que el tiroteo fuera peor de lo que fue, la acción llegó demasiado tarde para detener los asesinatos.
En muchos sentidos, la historia refleja docenas de casos similares que nosotros, como sociólogos y psicólogos, hemos recopilado en los últimos años en nuestro esfuerzo por estudiar las vidas de los autores de tiroteos masivos.
Es un ejemplo típico de lo que creemos que es uno de los mayores desafíos que enfrentan las escuelas cuando se trata de evitar tiroteos: reconocer y actuar ante las señales de advertencia que los tiradores escolares casi siempre dan mucho antes de abrir fuego.
¿Qué es un tiroteo masivo?
Los tiroteos masivos son definidos como incidentes en los que cuatro o más víctimas fueron asesinadas con armas de fuego en un lugar público y sin conexión con una actividad delictiva subyacente, como pandillas o drogas.
En nuestra base de datos de tiroteos masivos en Estados Unidos desde 1966, ya se han producido 15 en escuelas primarias y secundarias. El primero tuvo lugar en Stockton, California, en 1989.
Siete de esos tiroteos en escuelas ocurrieron en la última década, incluidos el segundo y el tercero más mortíferos registrados: Robb Elementary School en Uvalde, Texas, en 2022 (21 muertos) y Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida, en 2018 (17 muertos).
El más mortífero de la historia ocurrió en diciembre de 2012, cuando 20 niños y seis miembros adultos del personal fueron asesinados en Sandy Hook Elementary School en Newtown, Connecticut.
En total, 138 personas murieron en los ataques y al menos 177 resultaron heridas.
Esto sabemos sobre los tiroteos masivos en las escuelas
Cuando se produjo la masacre de la escuela secundaria de Columbine en 1999, se consideró un momento decisivo en Estados Unidos. En su momento, fue el peor tiroteo masivo en una escuela en la historia del país. Veinticinco años después, ocupa el cuarto lugar.
A pesar de los miles de millones de dólares invertidos en seguridad escolar desde Columbine, los tiroteos en las escuelas se han vuelto más frecuentes y más letales. Más allá de los tiroteos masivos que acaparan los titulares, casi todos los días se dispara un arma en una escuela estadunidense.
Nuestra investigación y decenas de entrevistas con autores de tiroteos escolares, sobrevivientes y personal de emergencias sugieren que parte del problema son las autoridades policiales y escolares.
Influenciados por mitos y desinformación sobre Columbine, aún no saben lo suficiente sobre las tendencias de tiroteos masivos en las escuelas como para reconocer las señales de advertencia.
La mayoría de los tiroteos masivos en las escuelas fueron llevados a cabo por un solo pistolero, y solo dos (Columbine y el tiroteo de 1998 en la Westside Middle School en Jonesboro , Arkansas) fueron llevados a cabo por dos pistoleros.
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La elección de la palabra “pistoleros” para describir a los autores es acertada: todos los tiroteos masivos en escuelas de nuestra base de datos, salvo uno, fueron perpetrados por hombres o niños. La edad promedio de los implicados en los ataques fue de 18 años: el más joven tenía 11 años y el mayor, 32.
La mayoría de los tiradores en las escuelas, cuando eran jóvenes, utilizaron armas prestadas o robadas a sus padres, cuidadores y otros adultos importantes en sus vidas.
Después de cada tiroteo en una escuela, la gente dice: “Nunca pensamos que algo así pudiera pasar en nuestra comunidad”. Sin embargo, los tiroteos masivos en las escuelas ocurren con mayor frecuencia en pequeñas comunidades suburbanas o rurales como Winder, Georgia.
Allí, el sospechoso es un estudiante de 14 años de la escuela. Esto no es sorprendente. La mayoría de los tiradores escolares tienen una conexión con la escuela a la que apuntan. En nuestra base de datos, encontramos que 15 de los 17 tiradores escolares eran estudiantes actuales o ex alumnos.
Para la mayoría de los perpetradores, el tiroteo masivo es un acto final. La mayoría de los autores de tiroteos masivos en escuelas mueren en el ataque. De los 17 autores de tiroteos masivos en escuelas de nuestra base de datos, ocho fueron detenidos. El resto murió en el lugar de los hechos, casi todos por suicidio; la única excepción fue el tirador de la escuela primaria Robb en Uvalde, que fue asesinado a tiros por la policía.
Cómo prevenir el próximo tiroteo en una escuela
Inspirados por los tiroteos escolares del pasado, algunos perpetradores buscan fama y notoriedad. Sin embargo, la mayoría de los autores de tiroteos masivos en escuelas están impulsados por la desesperación y la ira generalizada; más del 80 por ciento de los autores de tiroteos masivos en escuelas mostraron signos de crisis antes del tiroteo, como depresión, cambios de humor, agitación, aislamiento, problemas con las tareas diarias y otros cambios de comportamiento notables.
Lo más importante es que más del 90 por ciento de los atacantes filtraron sus planes con anticipación a otras personas, y se adelantaron a los ataques dejando publicaciones, mensajes o videos que advertían de sus intenciones. Los atacantes escolares comunican su intención de hacer daño con anticipación como un último y desesperado grito de ayuda.
La clave para detener estas tragedias es estar alerta a estas señales de advertencia y actuar en consecuencia de inmediato. Incluso si los investigadores no tienen pruebas suficientes para un arresto, pueden monitorear continuamente a los estudiantes y ayudarlos a conectarse con servicios o intervenciones escolares o comunitarias, como tutorías entre pares o tratamientos de salud mental. El simple hecho de penalizar o castigar las amenazas aumenta el riesgo de violencia al empeorar los agravios con la escuela.
Al mismo tiempo, se puede recordar a los padres que mantengan las armas en un lugar seguro. Casi todos los tiroteos cometidos por niños y adolescentes se pueden prevenir mediante el almacenamiento seguro de las armas de fuego y la rendición de cuentas por parte de los propietarios adultos de armas. Cuando un arma se almacena separada de su munición, bajo llave y descargada, es mucho más difícil que alguien la use rápidamente en un ataque violento.
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