Urdangarin, el cuñado "incómodo" de Felipe VI

El ex jugador de balonmano es el primer familiar del rey de España que condenan a prisión; está acusado de desvío de fondos y fraude.

Iñaki Urdangarin.
Editorial Milenio
Madrid /

Iñaki Urdangarin, esposo de la infanta Cristina, se convirtió en el primer familiar de un rey que es condenado a prisión por un tribunal desde la reinstauración de la monarquía en democracia en España.

Urdangarin fue sentenciado por la Audiencia de Palma (Islas Baleares) a seis años y tres meses de cárcel por enriquecerse con fondos públicos a través de la trama corrupta que organizó en torno Instituto Nóos, la asociación sin ánimo de lucro que él presidía.

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Cuñado de Felipe VI y yerno del rey Juan Carlos, Urdangarin dejó de pertenecer a la Familia Real española, junto a su esposa, la infanta Cristina y su hermana Elena, cuando el actual monarca accedió al trono en junio de 2014.

Sin embargo, el parentesco que aún mantiene con Felipe VI por su matrimonio con la infanta Cristina lo convierte en el primer pariente político directo del rey sobre el que pesa la amenaza de entrar en la cárcel, una vez conocido el fallo del tribunal, que absolvió a la hermana menor del monarca.

La resolución judicial supone un hito, puesto que hasta ahora ningún miembro de la familia real se había tenido que sentar en el banquillo al verse envuelto en un proceso judicial.

Nadie podía imaginar algo así cuando Urdangarin, por entonces uno de los jugadores más destacados de balonmano en España, contrajo matrimonio con Cristina de Borbón el 4 de octubre de 1997 en Barcelona.

Nacido en la localidad vasca de Zumarraga el 15 de enero de 1968, Urdangarin saltó a la fama en su faceta de deportista en el equipo de balonmano del Barcelona y, en mayor medida, cuando ganó con España la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1992.

Penúltimo de siete hijos de Juan María Urdangarin, un ingeniero industrial fallecido en mayo de 2012, y Clara Liebaert, pasó su infancia y juventud en Barcelona, donde su padre fue trasladado por motivos de trabajo.

Tras un paréntesis de dos años en la ciudad vasca de Vitoria, regresó a Barcelona a los 18 años para estudiar Empresariales y compatibilizar los estudios con el balonmano.

En 2000, tres años después de casarse con Cristina, puso fin a su carrera deportiva.

Al año siguiente, empezó a trabajar como director del Área de Planificación y Desarrollo de Octagon Esedos, una empresa de "marketing deportivo", y en 2003 pasó a ocupar el mismo cargo en la matriz, el grupo Motorpress Ibérica.

Entre medias, Urdangarin aprovechó su reputación para convertirse en miembro del Comité Olímpico Español, en donde llegó a ser vicepresidente entre febrero de 2004 y 2005.

Por esas fechas, fue cuando su vida empezó a emprender un giro que marcaría su futuro personal y también el de la Familia Real.

Junto a Diego Torres, también condenado a prisión, Urdangarin fundó en 2004 el Instituto Nóos y, de paso, la estructura societaria que les permitió obtener de manera irregular varios millones de euros de diversas administraciones públicas.

Urdangarin ocultó buena parte del dinero a través de la empresa Aizoon, de la que era titular al 50 por ciento con la infanta Cristina.

El yerno del rey Juan Carlos presidió el Instituto Nóos hasta marzo de 2006, un mes después de que se despertara la sospecha de los negocios turbios.

En junio de 2006, Urdangarin fue nombrado consejero de Telefónica Internacional, filial del Grupo Telefónica, y tres años después fue enviado a Washington junto con la infanta y sus cuatro hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene.

Fue durante su estancia en Estados Unidos cuando el juez que llevó el caso empezó a investigar los negocios de Nóos, lo que llevó a la Fiscalía Anticorrupción de Baleares a registrar la sede del instituto en noviembre de 2011.

Pocas semanas después, la Casa del Rey apartó a Urdangarin de las actividades oficiales de la Familia Real al considerar que su conducta no había sido ejemplar y, unos días más tarde, fue citado por el juez a declarar como imputado.

Fue entonces cuando comenzaría el calvario judicial y social para la infanta y su esposo.

El posterior traslado del matrimonio a Ginebra, tras un breve paso por Barcelona una vez que se desvinculó de Telefónica, no aplacó la presión sobre Urdangarin, puesto que todos los indicios de la investigación apuntaban a que no podría eludir ni el juicio, ni la condena.

En junio de 2015, Felipe VI, ya en el trono, soltó una nueva amarra con su hermana al revocar el título de duquesa de Palma que ostentaba junto con su esposo desde 1997.

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Fue el último gesto de rechazo del rey por las consecuencias de la mancha causada por un caso que puede acabar con Urdangarin en prisión, a expensas de cómo se resuelvan los posibles recursos ante el Tribunal Supremo de la condena dictada.

AFC

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