Pocas escenas tan nítidas de lo que ha sido esta elección en los Estados Unidos como la registrada ayer en la zona oriente de la paradisiaca ciudad de Palm Beach, en Florida. De un lado de la avenida, la biblioteca pública del condado en la que se instaló una casilla de votación. Del otro, el imponente campo de golf de 49 mil metros cuadrados del que Donald Trump es propietario.
“Votamos por (Donald) Trump porque es un candidato que además es un hombre de negocios. No un político como todos. ¿No me cree? ¿Quién puede tener un campo de golf como ese?”, dijo a MILENIO el hombre de tez blanca, pantaloncillos verdes y gorra roja que posa orgulloso al lado de su camioneta tipo hummer, tapizada de propaganda del candidato republicano.
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Los resultados fueron contundentes en Florida. Hasta el cierre de esta edición Trump superaba por un millón 400 mil votos a Kamala Harris. Son números que reflejan las estampas que dejó la votación en Palm Beach, donde además de su campo de golf, Trump tiene su residencia de descanso. El común denominador: simpatizantes del republicano presumiendo lo que anticiparon como una victoria clara.
En el centro de votación de la biblioteca pública, al menos una decena de seguidores del candidato se apostaron en el estacionamiento para gritar por horas y sin descanso, consignas a favor. No había forma de ingresar a dicho recinto sin ver ni escuchar a los fervientes seguidores de Trump. Pero la verdad es que en la mayoría de los casos los gritos eran correspondidos por los votantes.
“A mí me gusta (Donald) Trump y le voy a decir por qué. Porque se necesita alguien que ponga orden a la violencia y a la invasión que estamos viendo (en referencia a los flujos de migración). Basta ya de permitir que personas vengan no para trabajar, lo cual está bien, sino a vivir de las asistencias del gobierno que vienen de nuestros impuestos”, dijo Dave Ramírez, migrante cubano de segunda generación quien trabaja como chofer de una empresa de aplicación, y quien sin mucho disimulo ha asimilado como suya la propaganda narrativa del republicano.
Conforme la jornada de votación avanzó las principales avenidas de la paradisiaca ciudad, Quadrille Bvld, Okeechobee Blvd, Summit Blvd, Australian Ave, fueron tomadas por vehículos y motocicletas con banderas alusivas a la campaña de Trump y de los Estados Unidos.
“Lo que me parece que los medios no han entendido es que esto se trata de emociones. Yo no vote por nadie de la presidencia porque ninguno me movió, pero todos mis conocidos lo hicieron pro-Trump y sabes por qué, porque él les dice lo que quieren escucha. Porque ven en él a un tipo que no necesita del dinero de la política y si sí lo necesita, pues tampoco parece. Dice cosas que la gente entiende”, señaló Alejandro Rivera, joven de origen brasileño pero nacionalizado estadounidense desde hace varios años.
El nítido entusiasmo de los seguidores de Trump que marcó las jornada de votación hacia la noche ya era una franca celebración. Afuera del centro de convenciones en el que el equipo de campaña del candidato organizó lo que llamaron “fiesta para ver los resultados de la elección”, cientos de personas se concentraron para festejar lo que, según ellos, era ya un “triunfo irreversible”.
El contraste: algunos reclamos, mucho silencio
“Para mi estaba claro, votar por Kamala (Harris) es la única opción posible. Yo lo hice, pero no estoy segura que muchos piensen lo mismo”, dijo Kate Sullivan al salir del centro de votación instalado en el parque localizado en el 1302 de Parker Avenue.
Hubo votos en contra de Trump en Palm Beach. De eso no queda duda. Pero a diferencia del entusiasmo que mostraban los simpatizantes del partido republicano, en aquellos que votaron a favor de Kamala la sensación era de cumplir una misión cuesta arriba.
Ivonne, una joven de padres puertorriqueños nacida en Illinois, abandonó el mismo centro de votación con la sensación de haber cumplido con una misión personal, pero con poca expectativa en una victoria.
“Para mí no hacía falta que (Donald) Trump y su gente nos insultara como pasó en Nueva York; pero escuchar que llamaran a mi tierra un montón de basura no hace más que confirmarme que ese no es el presidente que quiero para mi familia”, dijo la joven.
Resignación, incredulidad o ambas. Esas fueron las sensaciones que se adivinaban en las caras y el tono de aquellos que no simpatizan con el republicano.
Roberto, quien trabaja como mesero en una famosa cadena de cafeterías cerca del centro de convenciones donde Trump organizó su festejo, lo dice sin muchos rodeos…
“Este señor (Donald Trump) no pasaría la prueba para ser chofer de Uber con sus antecedentes criminales. Pero parece que es más fácil ser presidente”.
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