Hace 13 años, una comisión militar depuso al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, obligándolo a salir del país y refugiarse en Costa Rica. Hoy, la entonces primera dama, Xiomara Castro, asumió como la primera mujer en la presidencia de su país y Zelaya el primer hombre en ostentar el título de “primer caballero”.
“Doce años de lucha y 12 años de resistencia. Hoy inicia el gobierno del pueblo. ¡Buenos días, Honduras!”, escribió en sus redes sociales a las 06:11 horas, una antes de que las puertas del Estadio Nacional de Tegucigalpa abrieran para que sus seguidores pudieran ser testigos de sus asunción.
En el estadio se repartieron pulseras hasta las 07:00 horas. Pronto se llenaron los 12 mil lugares disponibles de los 34 mil que tiene el recinto, a pesar de la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia de covid-19. Se estima que cerca de 29 mil personas vieron a Castro.
También llegaron al Estadio Nacional de Tegucigalpa diversas personalidades internacionales, encabezando delegaciones diplomáticas para atestiguar la asunción de Castro. México, Estados Unidos y España fueron algunos de los países que la respaldaron.
En representación de México asistió el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, junto a su esposa, Rosalinda Bueso. A las 10:00 horas el canciller subió un breve video a redes sociales al interior de una camioneta donde se veía a la pareja en medio de las caravanas de camionetas de las distintas delegaciones que asistieron a la ceremonia.
“Es muy significativo para México, me parece, esta renovación en Honduras. Es un país con el que estamos trabajando mucho”, dice Bueso en un video compartido por el canciller desde la parte trasera de una camioneta.
Al entrar al estadio, las comitivas tenían que atravesar a pie la cancha, caminando por la pista olímpica que rodea el césped, hasta llegar a los lugares dispuestos para los invitados de honor, frente a la tarima donde el presidente del Congreso Luis Redondo le puso la banda presidencial a Castro. Soldados con uniformes de gala custodiaban todo el camino.
En esa caminata la comitiva mexicana, que era acompañada también por la directora de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), Laura Elena Carrillo, saludó a las gradas desde donde se escucharon gritos de México y algunas vivas para el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“México, México, México”, se oía entre bullas mientras, tomados de la mano, Ebrard y Bueso saludaban al público. Caminando detrás de ellos Carrillo sonreía con los ojos porque el cubrebocas le tapaba la mitad del rostro.
De un momento a otro se escuchó un “viva López Obrador” que, inmediatamente, llamó la atención del canciller, quien buscó entre la gente a aquellos que gritaban, levantó el puño izquierdo reconociendo el gesto y después saludó.
“Prometo ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes”, dijo Castro levantando la mano en señal de juramento, mientras el presidente del Congreso le colocaba la banda presidencial.
La presencia de Bueso en la comitiva mexicana resulta significativa, pues fue embajadora de Honduras en México entre 2007 y 2010, precisamente bajo el gobierno de Manuel Zelaya. En 2009, luego de que un grupo de militares depusiera a Zelaya y Roberto Micheletti, entonces presidente del Congreso, y tomara el poder en Honduras, a Bueso se le impidió el acceso a la embajada por parte del gobierno de facto.
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Luego del rechazo internacional al gobierno de Micheletti, que no fue reconocido por ningún país del mundo, y gracias al respaldo que la secretaría de Relaciones Exteriores a cargo de Patricia Espinosa, y a Marcelo Ebrard, que fungía en ese tiempo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que Bueso pudo retomar el mando de la representación diplomática hondureña en México.
El regreso de Castro a la vida política pone fin al control político de la derecha en Honduras por más de una década con una coalición de izquierda liderada por su partido, Libertad y Refundación (Libre).
Es la primera mujer que llega a la silla presidencial en Honduras después de 200 años de vida política del país centroamericano desde su independencia de España en 1821, tras siglos de pertenecer a la Capitanía General de Guatemala.
Su llegada al poder se da luego de una serie de escándalos de corrupción y presuntos vínculos con el narcotráfico que han envuelto al presidente saliente, Juan Orlando Hernández, quien la justicia estadunidense le ha vinculado con el cártel de Sinaloa sin fincarle cargos.
En 2019, fiscales estadunidenses presentaron documentos originalmente sellados desde 2015 donde se detalla que supuestamente Hernández era objeto de una gran investigación de narcotráfico y lavado de dinero junto con su hermana Hilda y otras personas de su círculo más cercano.
En la ceremonia destacaron otras delegaciones como la de Estados Unidos, que fue encabezada por la vicepresidenta Kamala Harris, o la de España, liderada por el rey Felipe VI. Igualmente asistieron la vicepresidenta de Argentina, Cristina Kirchner, y el primer ministro de Belice, Jhonny Antonio Briceño, con quien Castro tuvo encuentros bilaterales.
Altos índices de desempleo, una violencia persistente, escándalos de corrupción en la clase política, así como problemas en el sector salud y educación son algunos de los retos que Castro prometió resolver en campaña.
LP