En todo el mundo una tercera parte de las tierras agrícolas se encuentran degradadas, se ha pedido hasta 75 por ciento de la diversidad genética y 22 por ciento de las razas de ganado están en riesgo, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Frente a ese panorama, uno de los desafíos que le esperan a la industria agrícola es “la creciente escasez y la degradación rápida de los recursos naturales, en un momento en que la demanda de alimentos, piensos, fibra y los bienes y servicios procedentes de la agricultura (incluyendo los cultivos, la ganadería, la silvicultura, la pesca y la acuicultura) está aumentando rápidamente”, explica la FAO.
En el caso de México, la brecha tecnológica que vive la industria agroalimentaria es uno de los mayores retos para revertir los problemas que enfrenta el mundo como consecuencia del cambio climático, aseguró José Antonio Tiburcio, director de transformación agrícola de Bayer Science Crop para México y América Central.
“De las 8 millones de hectáreas de maíz que hay en el país, yo diría que dos y medio usan tecnologías y 5.5 no lo hacen”, explicó Tiburcio. Además, al no integrar nuevas tecnologías en el trabajo de campo observamos panoramas como el siguiente: “en Sinaloa se pueden producir 10.5 toneladas por hectárea, mientras que en el sureste hay maiceros que producen menos de dos toneladas por hectárea. De ahí que la media nacional sea de 3.4 por hectárea”, agregó.
Integrar a todos los actores de la cadena de producción, de tal forma que dejen de verse como agentes independientes, para Tiburcio, es una de las acciones claves para tener un campo más sustentable y productivo.
Según Tiburcio todos los actores de la cadena productiva pueden iniciar con tres acciones básicas para trabajar de forma conjunta por un campo más sostenible y productos de calidad.
Coordinar: “tiene que haber una voluntad y una intencionalidad de saber que es mejor trabajar juntos que separados. Hay que corregir la miopía comercial donde uno cree que por beneficiarse de manera momentánea del otro, se tiene un beneficio a largo plazo”.
Romper con los moldes tradicionales: dejar las técnicas anticuadas y poco sustentables y “echar mano de las nuevas tecnologías para que eso suceda”.
Evaluar, medir y monitorear: usar a las tecnologías para analizar la productividad para evaluar con exactitud el desempeño de la cadena de producción.
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