Una fumata negra en el techo de la Capilla Sixtina anunció la noche del miércoles al mundo que no fue elegido el nuevo papa en la primera votación del Cónclave iniciado pocas horas antes.
La fumata llegó poco después de las 21:00 horas locales, con un retraso de dos horas respecto al tiempo inicialmente previsto y en lo que, según algunas versiones, obedeció a que se trata del cónclave más numeroso de la historia, con 133 purpurados, algunos de los cuales visitan por primera vez Roma y no hablan italiano, por lo que les llevó más tiempo entender el procedimiento del voto.
También se imputó por el retraso al cardenal Raniero Cantalamessa, predicador emérito de la Casa Pontificia, quien tuvo una meditación con los otros purpurados de 45 minutos, más larga de lo habitual.
Unas 45 mil personas, según cálculos de la policía, llenaron la plaza de San Pedro, no completamente accesible, a la espera de la fumata y decenas comenzaron a abandonarla antes de que se conociera el resultado.
A la espera de 4 votaciones
Ahora se esperan las votaciones de este jueves, cuatro en total, dos matutinas y dos vespertinas, en las que irán clarificando las posiciones, pues no había todavía un favorito suficientemente fuerte que pudiera contar con un paquete de votos numeroso como para atraer otras preferencias.
El principal candidato sigue siendo el cardenal italiano Pietro Parolin, de 70 años, ex secretario de Estado de Francisco y un diplomático de primer nivel, pero con escasa experiencia pastoral.
Para elegir al nuevo jefe de la Iglesia católica se necesita que un candidato alcance dos tercios de los votos, 89 en total, por lo que hoy es considerada una jornada crucial para ir conociendo hacia dónde se mueven las preferencias.
Los cardenales entraron en solemne procesión a la Capilla Sixtina a las 16:30 horas locales y prestaron juramento de mantener “secreto absoluto” respecto a lo que sucederá durante la duración del cónclave.
“Prometo y juro mantener perpetuamente el secreto absoluto con aquellos que no formen parte del colegio de cardenales electores, a menos que no reciba la facultad especial otorgada expresamente por el nuevo pontífice electo o sus sucesores respecto a todo lo que tiene que ver directa o indirectamente con las votaciones y los escrutinios para la elección del sumo pontífice”, dijeron cada uno de los 133 cardenales electores al prestar juramento ante el Evangelio.
Al término, a las 17:46 horas, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, pronunció ante toda la audiencia las palabras en latín “Extra Omnes”, que significan “afuera todos”, por lo que abandonaron el recinto todos aquellos que no eran los electores y las puertas de la Capilla Sixtina se cerraron al mundo externo.
A las 10 de la mañana, los cardenales participaron en la misa “Pro eligendo pontifice” en la Basílica de San Pedro. La ceremonia fue presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re, quien hizo un llamado a favor de la unidad de la Iglesia.
“Estamos aquí para invocar el auxilio del Espíritu Santo, para implorar su luz y su fuerza, a fin de que sea elegido el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo”, dijo Re, quien en ningún momento se refirió al difunto Francisco.
En caso de que este jueves no se haya elegido todavía al papa, está prevista una fumata negra en torno a las 12:00 horas locales y otra después de las 19:00 horas.
Si hubiera papa electo en la primera votación de la jornada, la fumata blanca es esperada a eso de las 10:30 horas locales. Si, en cambio, la elección del nuevo jefe de la Iglesia ocurriera en la tercera votación del día, está prevista a eso de las 17:30 horas.
Tras la votación, los cardenales regresaron anoche al Palacio de Santa Martha o al palacio viejo de Santa Martha, donde están hospedados y hoy retornarán a la Capilla Sixtina para proseguir con las votaciones.
Los purpurados tienen estrictamente prohibido comunicarse con el mundo externo, no pueden usar teléfonos celulares, ni ver televisión o leer periódicos. En toda la zona del Vaticano fue cortada la señal telefónica.