Con su motor de sonidos intermitentes y sus suaves contornos, ningún auto provoca más nostalgia en México que el vocho. El Beetle de Volkswagen (VW) es la versión moderna del escarabajo, como también se le conoce, que llegó al final de su camino.
Después de un romance de 81 años, uno de los coches más perdurables y entrañables del mundo recibió los santos óleos en la planta de la automotriz en Puebla, el único lugar donde todavía se fabricaba. La ceremonia de #ByeByeBeetle incluyó una misa del adiós y una conmovedora despedida con mariachis.
Pero al igual que el escarabajo, el automóvil que durante décadas personificó a un país en movimiento, probablemente evitará la extinción.
“Si ya no vamos a ver la silueta del vocho, vamos a tener que asegurarnos de arreglar los que aún existen para preservarlos, para que el vocho nunca muera”, dijo Arturo Díaz, un aficionado al automóvil.
Los trabajadores de la planta de Volkswagen vestían con camisetas amarillas adornadas con las palabras “Gracias, Beetle”. Su antecesor, el vocho, era un un automóvil barato y alegre que, según algunos cálculos, alguna vez representó una tercera parte de todas las ventas de automóviles en México, donde fue el taxi oficial durante tres décadas.
“¿Quién no tuvo uno de estos autos o nunca se subió a uno?”, escribió Víctor Sánchez Orozco, un alto funcionario municipal de la ciudad de Guadalajara.
Aunque el vocho clásico —diseñado por Ferdinand Porsche en la década de 1930— detuvo su producción en 2003, la más elegante encarnación del siglo XXI todavía se producía.
Pero VW dijo que era para “pasar la batuta a la siguiente generación”, incluidos los coches eléctricos. En lugar del Beetle, la planta de Puebla producirá el Tarek SUV a partir del próximo año.
Los aficionados de hueso colorado del vocho consideraban al Beetle como una imitación pálida del original: más segura, pero más blanda. “Es un auto muy diferente al que puso a México sobre ruedas durante tantos años. Era el carro del pueblo, de eso no hay duda. Era barato de mantener y se enfriaba con aire, no con agua, lo que lo hacía mucho más confiable en situaciones extremas“, dijo Marcos Bureau, de 52 años, editor de la revista Vochomania.
El verdadero escarabajo, que se produjo por primera vez en 1938, pero no despegó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, fue una leyenda. Entre 1972 y 2002, sus ventas superaron a las del Modelo T clásico de Henry Ford y se vendieron 21 millones de VW Tipo 1 —apodado el Käfer en alemán—, aunque el Golf, el coche que VW presentó como el heredero del vocho, lo reemplazó. El auto más vendido del mundo en la actualidad es el Toyota Corolla.
El sedan de VW también fue inmortalizado en la pantalla con películas como Herbie the Love Bug.
Martín Fonseca, de 48 años, quien compró con orgullo su primer vocho con su propio dinero a los 16 años, calificó a los escarabajos como “guerreros… no te defraudan, pueden llegar a todos lados”.
Era uno de los millones de taxistas de vochos amarillos en México, que fueron reemplazados en la década de 1990 por unos ecológicos pintados de verde y equipados con convertidores catalíticos que funcionaban con combustible sin plomo.
Dado que los autos tenían dos puertas, los conductores retiraban el asiento del copiloto para permitir que los clientes se subieran a la parte de atrás, una solución que los dejaba a merced de los secuestradores y ladrones, que se aprovechaban de los pasajeros del vocho que no tenían forma de escapar.
“Como conductor de taxi, si un automóvil ahorra combustible, es fuerte y las piezas son baratas, bueno, no lo piensas dos veces. Y no solo los taxistas. Las familias, las empresas, los empleados de oficina, todos los usaban porque eran baratos”, dijo Fonseca.
Bureau recuerda que puso un calcetín en el carburador de su vocho para detener una fuga de gasolina, logrando cruzar con trabajo la mitad de la Ciudad de México en primera y segunda velocidad después de que se rompió el cable del embrague. El auto siguió en movimiento en una gran tormenta, cuando otros coches quedaron varados.
Esas cosas son “las que te enamoran, es la nostalgia. Tengo 52 años y mi amor por el vocho comenzó hace 25. Ahora transmitimos este amor a nuestros hijos”, dijo Bureau.
Tal vez Alemania fue el lugar de nacimiento del vocho y México fue su hogar adoptivo, pero la vochomanía fue una fiebre en todo el mundo. “El único auto que he amado y siempre amaré”, tuiteó Aakanksha Rustagi, un diseñador de joyas en Nueva Delhi.
Al expresidente de Uruguay, José Mujica, alguna vez un jeque árabe le ofreció 1 millón de dólares por su vocho 1987. En Brasil, donde alguna vez se fabricaron los sedanes, el querido vocho tiene su propio día nacional.
Los viejos sedanes todavía se desplazan por zonas de la Ciudad de México y otras ciudades, especialmente en áreas montañosas donde se desempeñan mejor que sus contrapartes más modernas. Bureau dijo que los aficionados de Japón, China y EU acudieron a México para comprar vochos originales y llevarlos a casa para restaurarlos.
Como un entusiasta del Beetle de VW en Florida, Al Stewart puso en su cuenta de Twitter imágenes del Beetle moderno: “Mientras haya pasión; siempre y cuando haya dueños…. el #Beetle vivirá por siempre. Esto no es #byebyebeetle, sino #ForeverBeetle”.