Para Andrea Siller, fundadora de Bioana, emprender en el mundo de la biomédica, donde casi 60 por ciento de los especialistas son hombres, el reto es convencer de las capacidades que tiene su equipo, principalmente conformado por mujeres.
“Sentimos que a veces hay que comprobar a los demás que tenemos capacidad (…) Los proveedores a veces no nos creen que nosotras hicimos los diseños de ingeniería y se sorprenden, y a la empresa le llama la atención esa sorpresa que tienen de: 'oye, pero son mujeres'”, contó a MILENIO.
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Bioana es una empresa liderada por mujeres, que empezó con la idea de solucionar la recolección de orina en pacientes dependientes, por ejemplo de personas con Alzheimer que no van al baño, entonces desarrollaron un prototipo, aplicaron al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) e hicieron el producto que venden de manera comercial.
“Dado que soy cofundadora de la empresa, y realmente gracias a las habilidades que adquirí de liderazgo y de visión estratégica, sentimos que en ese momento lo más viable era que yo fuera la directora general”, comentó.
Andrea Siller encabeza su empresa desde hace una década, periodo donde logró tomar mucha experiencia y habilidades que le permiten liderar a las personas y poder continuar alineando su empresa ante los cambios económicos y de la industria; ahora es la líder con un producto único.
En cuanto a la competencia, Andrea mencionó que siente que si hay mucha para puestos de directores generales en distintas industrias, “y bueno, pues aquí la cuestión es que como directora tienes que tener muy clara tu visión”.
“Tienes que saber hacia dónde quieres ir para poder mover todo el barco en esa misma dirección, ¿verdad? Y darles los recursos y las habilidades a las personas que van a hacer realmente todo este movimiento, pues ayudarlos y apoyarlos para que podamos crecer todos juntos”, dijo.
Además contó de cuando fue a hablar con un cliente y llevó a uno de sus colaboradores, y a pesar de que era con ella la interacción del cliente, se dirigía al hombre que la acompañaba.
“Me llamó la atención, no lo sentí como una falta de respeto para nada, pero fue un indicador sutil de que a lo mejor la conversación quería ser dirigida o se siente más cómodo con el hombre”, dijo.
Siller, señaló que cuando inició la carrera eran siete mujeres en un grupo de 50 alumnos.
“Ahora la proporción de mujeres que está estudiando ingeniería biomédica es mayor que la de los hombres, entonces, por lo mismo siento que es una rama atrae mucho a la mujer ingeniera científica”, comentó.
AMP