La fatiga se drenó a travs de mis órganos internos mientras veía el avance del próximo programa de drama en una sala de redacción, The Morning Show, protagonizado por Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. No porque el programa de televisión pareciera aburrido o agotado, ni mucho menos. La serie del nuevo servicio de streaming TV Plus de Apple se ve tentadora, y con un costo de más de 15 millones de dólares (mdd) por episodio, así debería de ser.
No, era la posibilidad de ajustar otro programa de televisión de calidad a mi horario ya abarrotado. Siento lástima por el adicto a la televisión; yo ya estoy batallando. Disfruté The Handmaid’s Tale, Russian Doll y Fleabag, pero estoy terriblemente atrasada con Atlanta, Years and Years y The Americans. Y mejor no hablo de las series que no he comenzado a ver: Chernobyl y Succession.
Esta abundancia de programas significa que los críticos tienen una cuenta regresiva antes de que estalle la burbuja. La transformación de la imagen de la televisión comenzó hace 20 años con The Sopranos de HBO. Los altos valores de producción, los grandes presupuestos y las historias lentas revirtieron el viejo esnobismo sobre los programas de TV.
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Las amplias historias y personajes complicados de The Sopranos, The Wire y Breaking Bad con frecuencia se describen como shakesperianos. Y se compara a Mad Men con los escritores estadounidenses John Cheever y Raymond Carver.
Como señaló Emily Nussbaum, crítica de televisión del New Yorker, comparar los programas con otras formas de arte para demostrar seriedad muestra la resistencia a que los medios sean juzgados por sus propios méritos.
La proliferación de computadoras y smartphones también desmanteló las barreras de la TV. Cuando yo estaba creciendo en la década de 1970 y 1980, los padres con elevados principios morales prohibían este aparato en sus hogares. Ahora que los servicios de streaming están en todos lados, tanto en los teléfonos y dispositivos, incluso los que más rechazo mostraban a la TV vieron las cinco temporadas de Breaking Bad.
La gente dice que nadie en su lecho de muerte lamenta no haber visto más televisión. Dicen lo mismo sobre asistir a reuniones. Pero así como el trabajo es algo más que reuniones, la TV es algo más que ver sin pensar (de todos modos no es que haya algo malo con eso).
Puede ser una oportunidad para relacionarse con la familia: los adolescentes que miran TV en el sofá junto a sus padres. Puede ofrecer un refugio para un mundo sombrío más allá de la puerta principal, como con el Great British Bake Off.
Puede inspirar la unión a través de conversaciones frente al garrafón de agua, las más recientes son sobre el sacerdote de Fleabag y la identidad de H en The Line of Duty. También puede ser profunda. A principios de este año, derramé una gran cantidad de lágrimas por la conmovedora actuación de Stephen Graham en el drama oscuro de Shane Meadows, The Virtues. Algunas veces la TV es todo eso. Con más programas que se avecinan, tengo que encontrar qué hacer para que se acomoden.
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La primera opción es verlos en el trabajo. Esto solo es viable si tienes una oficina privada, y aparentemente las personas que tienen una de esas no llegaron hasta donde están por ver televisión en su escritorio.
De todas formas, como se muestra en los recientes procedimientos legales de la compañía de producción de Robert De Niro contra una exempleada, que supuestamente no solo malversó fondos, sino que también vio episodios de Friends y Schitt’s Creek en la oficina, esta es una estrategia arriesgada. Solo puedo salirme con la mia recorriendo sin sentido Twitter al considerarlo como trabajo, pero puede ser difícil justificar Big Little Lies.
Ver las series antes del trabajo es otra opción. Esta estrategia la desarrolló la escritora Taffy Brodesser-Akner, quien recientemente le dijo a un entrevistador que cada mañana ella ve Sharp Objects o The Affair. Como apenas salgo por la puerta a tiempo, esto sería demasiado estresante. Camino al trabajo, así que queda descartado aprovechar el recorrido.
Y luego está verlas con velocidad. Un defensor de adelantar los programas le dijo al periódico The Sun que duplicar la velocidad le permitió “terminar todo Game of Thrones en una sesión de 40 minutos”, dándole 20 minutos adicionales para ver “más episodios de esta serie”.
Esto puede ser contraproducente. Una persona que publicó en Reddit reveló que después de hacer esto, no pudo enfocarse en ningún otro medio visual.
La cuarta opcíon, es la desvelada. Hace un par de años, Reed Hastings, el director ejecutivo de Netflix, le restó importancia a la competencia, argumentando que la compañía “compite con el sueño”. Esta es una lucha que parece que ya estoy perdiendo.