"Qué bueno verte de nuevo”, dice Gustavo García, mientras abraza cálidamente a un joven con cortes recientes en su cara y la ropa rasgada. Le da la bienvenida al centro de rehabilitación de adicciones en Puerta de Hierro, uno de los barrios más rudos en el borde de Buenos Aires, la capital argentina.
El centro lo creó el sacerdote católico Nicolás Angelotti, mejor conocido como Padre Tano, quien fundó la parroquia hace dos años con la esperanza de aliviar una epidemia de drogas. Puerta de Hierro, que ahora está bajo el control de bandas de narcotraficantes, resultó especialmente afectada.
El fracaso del Estado para resolver los problemas de los argentinos más pobres —muchos de los cuales empeoraron después de los aumentos en las tarifas de los servicios públicos en los últimos cuatro años—, pone en peligro las posibilidades de reelección del presidente Mauricio Macri. El año pasado, una crisis monetaria, lo obligó a buscar un rescate financiero récord de 56,000 millones de dólares (mdd) del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual fue especialmente perjudicial para un presidente que tiene problemas para revertir la agobiante recesión y una inflación galopante.
El líder de centroderecha llegó al poder a finales de 2015, con la promesa de poner fin a la pobreza y a más de medio siglo de crisis económicas recurrentes. Sus promesas llevaron a algunos a preguntarse si Argentina podría incluso regresar a su gloria. Una de las 10 naciones más ricas del mundo hace un siglo, es el único caso en la historia moderna que retrocede a la condición de país en desarrollo.
El Dato.57%
es la tasa de inflación en el país sudamericano
Aunque muchos argentinos están decepcionados con los resultados que Macri logró desde 2015, la culpa data de años más atrás. A los últimos 10 años se les describe como la otra década perdida de crecimiento económico mínimo, y muchos se preguntan si la siguiente década será mejor.
“En la actualidad Argentina, no es una economía viable”, dice Guillermo Nielsen, asesor económico de Alberto Fernández, el principal rival de Macri en la contienda presidencial de octubre próximo. Señala que los impuestos y el gasto público son “increíblemente altos”.
La compañera de fórmula de Fernández es la expresidenta populista Cristina Fernández de Kirchner. Ella dejó el cargo en 2015, en medio de un caos financiero después de una presidencia marcada por el nacionalismo demagógico y el intervencionismo económico.
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Fernández de Kirchner —quien ahora enfrenta acusaciones por corrupción, que incluyen sobornos, malversación de fondos y lavado de dinero— tomó por sorpresa al electorado y a sus oponentes al competir por la vicepresidencia y elegir a su exjefe de gabinete para que compita por el puesto principal. Pero pocos dudan que ella es quien tiene el control en realidad.
“Todo el mundo tiene miedo de que Cristina regrese”, dice Nielsen, burlándose de la histeria que rodea su campaña. “El gobierno se esfuerza mucho por presentar una imagen de personas muy irresponsables, como si ellos se hubieran comportado responsablemente”.
Compromisos sin cumplir
Algunos críticos dicen que Macri prometió demasiado y cumplió poco. Él se jactó de contar con “el mejor equipo económico” cuando llegó al poder. Obtuvo importantes éxitos al principio, como poner fin a una disputa con tenedores de bonos. Sin embargo, las estadísticas macroeconómicas son decepcionantes: por una parte, la inflación es de 57%, más del doble de la tasa no oficial en 2015, y la economía se contrajo 4.1% en el mismo periodo.
Por otra parte, la tasa de pobreza sigue siendo prácticamente la misma que cuando asumió el cargo (alrededor de 32%), aunque bajó a 25.7% a mediados de 2017, antes de que estallara la crisis cambiaria.
En su defensa, Macri heredó una economía con una condición terrible, dicen quienes lo apoyan. Argentina estaba al borde de una crisis de balanza de pagos, con las Reservas del Banco Central casi vacías; dependía de subsidios imposibles de sostener, creando un gran déficit fiscal, y la inflación fue tan alta que el gobierno anterior dejó de publicar estadísticas confiables.
Pero incluso los más allegados a Macri admiten que el gobierno cometió errores. “Vendimos demasiado optimismo”, dice un funcionario de alto nivel, señalando los objetivos de inflación que apuntaban a que los precios solo subirían un dígito este año. “Hubo serios problemas de coordinación e implementación, pero la dirección general siempre fue la correcta”.
El problema ahora es si el próximo gobierno puede hacer las cosas mejor. “No importa quién gane, la pregunta es si Argentina volverá a crecer después de cuatro décadas de estancamiento”, menciona Ignacio Labaqui, analista de Medley Global Advisors.
Retos para el futuro
A los mercados les preocupa que una victoria de la oposición represente más malas noticias para la economía, en especial si eso significa un retorno a los gastos sin restricciones de los gobiernos peronistas anteriores, diseñados para mantener el apoyo a los barrios pobres de Buenos Aires. Eso podría descarrilar el programa del FMI de Argentina, puede provocar otro incumplimiento de pagos.
Luis Secco, un economista argentino, dice que el próximo gobierno enfrentará el reto no solo de estabilizar la economía y restaurar el crecimiento a corto plazo, sino también de resolver problemas estructurales como la falta de competitividad. El problema, advierte, es que incluso bajo el gobierno de Macri, supuestamente amigable con el mercado, el cortoplacismo siempre triunfó sobre una reforma económica a largo plazo en el país albiceleste.
Él cree que el mejor resultado para Argentina en las elecciones sería una victoria para la coalición gobernante, pero advierte que esto por sí solo no será suficiente. “Para escapar de la parálisis y cambiar las expectativas de manera efectiva, necesitamos un programa económico integral”, dice Secco.
Populismo a la vuelta de la esquina
Hace poco más de un año, la victoria de Macri parecía asegurada. Pero la crisis cambió el panorama político.
Las encuestas ahora no muestran una ventaja clara para el presidente en comparación con su rival peronista, Fernández. Sin embargo, sí revelan que Cristina Fernández, quien muchos creen que ejercerá un poder considerable si su candidato gana, conserva un apoyo incondicional.
En una encuesta reciente que realizó Management & Fit, se muestra que 36% de los votantes respaldan a Macri, un poco por encima de Fernández, quien tiene 35%. Para Macri, mucho dependerá de si puede mantener la estabilidad del peso.
Cualquier repetición de la volatilidad de la moneda, que asestó un golpe a la economía el año pasado, impulsaría aún más la inflación, erosionando los salarios reales y golpeando los bolsillos de los votantes.
Los golpes de Estado y el populismo son las mayores amenazas para las instituciones y el crecimiento económico en Argentina, dice Jesús Rodríguez, exministro de economía que apoya a la coalición gobernante. Pero mientras que la primera puede ser una cosa del pasado, advierte que la segunda no lo es: “El populismo está a la vuelta de la esquina”.